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Pulpo para alimentar el alma

El escultor Cándido Pazo idea un pulpo de más de un metro para colocar en Ezequiel, parada obligada del Camino en Melide

Cándido Pazos, en la tarde de ayer, con la escultura del pulpo.

Cierre los ojos. Deje la mente en blanco y responda sin pensar a una pregunta: ¿comida típica de Galicia? La riqueza gastronómica de estas tierras no haría sencilla la respuesta -en especial para un gallego-, pero muchos contestarían pulpo. Los expertos en la materia podrían ofrecer a renglón seguido una lista de mesas imprescindibles en las que sentarse para saborear un manjar digno de los paladares más exigentes. El polifacético escultor Cándido Pazos comparte el suyo: Ezequiel, en Melide. "Si paso por allí tengo que parar a tomarlo, aunque sean las once de la mañana. Es de quitarse el sombrero", confiesa el artista, compostelano de nacimiento y estradense de adopción. Si a ello le suma una ración de carne "ao caldeiro" salida de estos mismos fogones, asegura que cualquier peregrino afronta el Camino a Santiago con las baterías completamente cargadas.

El establecimiento de Melide tendrá desde los próximos días otro aliciente para quienes acudan hasta él atraídos por el aroma que desprende su cocina. El local lucirá la escultura de un pulpo que Pazos sacó de su propia cazuela, tras pintarlo en la libreta en la que el escultor guisa buena parte de sus obras. El "pulpito" que dibujó se convirtió en un cefalópodo de un metro, nada menos, una pieza que cualquier pulpeiro desearía levantar del agua para sacarle las mejores tajadas. La escultura está totalmente elaborada en bronce y muestra a un pulpo sin cabeza, con los tentáculos pendientes hacia el suelo, emulando el momento en el que las manos expertas le meten el gancho para subirlo.

Con experiencia

La obra, explica Pazos, recoge las tonalidades del pulpo recién descabezado, algo que el autor conoce bien porque él mismo tuvo contacto profesional con esta actividad cuando fue gerente de la firma Anuska, comenzando a distribuir pulpo congelado sin cabeza, a inicios de la década de los 60.

El pulpo que dibujó el escultor en su libreta pesa lo suyo. Tanto que, en el momento de ir a recogerlo después de la fundición, toda ayuda era poca. La pieza se colocará en la Pulpería Ezequiel en los próximos días, allí, pasará a compartir protagonismo con el mural de cinco metros que el mismo Cándido configuró en su día para este establecimiento sobre el Camino Francés a Santiago, inspirado en el Códice Calixtino y que se ha convertido en una suerte de photocall para los muchos peregrinos que detienen sus ansias de llegar a Santiago para permitirse saborear el pulpo en este rincón de Melide.

"Esta empresa es el mayor expendedor de pulpo cortado de Europa", subrayó el escultor, remarcando que la materia prima para esta cocina se compra "por barco, no por caja". Remarca que este pulpo termina abasteciendo "al Camino", principalmente. "No hay ningún peregrino que se precie que no haya estado en el Ezequiel de Melide. Hay hasta colas en la acera", apuntó el artista, que aprovechó la ocasión para trasladar su deseo de que la pesadilla de esta pandemi termine pronto y la normalidad pueda regresar a las rutas que tienen puesta su meta en Ciudad del Apóstol.

Con su última escultura ya terminada y lista para servir, este embajador del Camino de Santiago programa instalarla en los próximos días para que quienes deleiten al cuerpo con el pulpo que lleva el sello de Ezequiel tengan también en la contemplación de esta creación artística alimento para el alma.

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