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El miedo a los rebrotes y a los efectos económicos de la crisis echa el freno al consumo en las comarcas

En A Estrada y Lalín se reconoce un dencenso en la facturación del sector comercio de al menos el 30% con respecto al verano de 2019 - Aseguran que la alegría de comienzos de mes se traduce ahora en mayor cautela

Una vecina se prueba calzado en una tienda de las comarcas. // Bernabé/Javier Lalín

El miedo no es buen compañero para ir de compras o salir de cena. El temor a los rebrotes que se están produciendo en muchos puntos del país -algunos en la propia comunidad gallega- están generando un negativo impacto en el consumo en las comarcas de Deza y Tabeirós-Terra de Montes. Sectores tan importantes para las economías de los municipios de esta zona como el comercio de proximidad están apreciando una caída de las ventas, que dejan la facturación sensiblemente por debajo de los niveles del pasado verano.

"No es ni parecido al año pasado". Así de tajante se mostró ayer el presidente de la Asociación de Comerciantes da Estrada (ACOE), Alfredo González. Indicó que la situación no llega en el caso del municipio estradense a la acusada por el sector en Pontevedra. Como recogió FARO DE VIGO a comienzos de esta misma semana, la pandemia está suponiendo una prueba de fuego para el pequeño comercio y en menor medida, para la hostelería. El más reciente estudio de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA) estima que la caída de facturación llega en estos momentos en Pontevedra al 60% y que ni siquiera las rebajas han posibilitado un alivio. El horizonte no es más alentador y amenaza la supervivencia de un porcentaje importante de representantes de esta actividad económica.

Desde A Es trada y Lalín se asegura que la caída de la facturación no están acusada en la zona, si bien se reconocen casos de establecimientos que aseguran haber bajado un 50% sus ventas con respecto al verano de 2019. La representante del sector en la Asociación de Empresarios de Deza (AED), Meritxell Silva, situó el descenso en la capital lalinense en torno al 30%.

"Mucha gente no ve claro el futuro porque está en un ERTE o viene de meses estando en uno y cobrado menos", apunta Alfredo González. Añade a esta situación el importante bajón que se aprecia en el número de visitantes en el municipio con respecto a otros veranos, sumando también el parón que para el consumo supone el hecho de que no se celebren fiestas y se hayan cancelado múltiples celebraciones.

"Se ve muchísimo miedo, en general", continúa Alfredo González, subrayando que esta apreciación se puede extender incluso en los establecimientos hosteleros. Apunta que algunos que suelen estar llenos a determinadas horas y días de la semana, incluso cuando el tiempo no acompaña, ahora tienen mesas y sillas disponibles en pleno verano.

Desde la ACOE se reconoce que es difícil valorar cuánto podrían haber bajado las ventas con respecto al año pasado, calculando que este descenso pueda situarse entre el 30 y el 50% para los casos más problemáticos. En todo caso, se apunta que entre finales de junio y comienzos de julio los consumidores estaban más confiados. "Los rebrotes echan a la gente para atrás", remarca González. "Es una cuestión de respeto, de miedo", continúa. "Cada uno lo lleva como puede. Hay bares, por ejemplo, que cierran pronto y que abren tarde,, algo que antes no pasaba".

Menos gente

"El verano aquí nunca fue malo", asegura el presidente de la Asociación de Comerciantes da Estrada, que indica que julio siempre fue un buen mes de ventas. Sin embargo, pone el acento en que "se ve muchísima menos gente que otros años" y que la falta de actividades festivas hace menguar también determinados consumos.

"Un 30% menos de facturación se está teniendo", apunta Mertixell Silva. Remarca el impacto que en las ventas del comercio de proximidad tiene el hecho de que este no sea un verano de eventos y ceremonias. "Vuelve otra vez el miedo por los rebrotes. la gente estaba confiada desde hace un mes pero ahora mismo vuelve a tener mucha precaución". Apunta que situaciones que se hacen cercanas, como la de A Mariña, influyeron en el consumidor local, haciendo que no salga tanto. A mayores, la representante del sector comercial en la AED apunta que otro temor que se aprecia en los clientes del comercio local se vincula a las repercusiones económicas y sociales que pueda traer toda esta situación. "La gente se aprieta el cinturón por lo que pueda pasar", indica, subrayando el freno al consumo que genera esta actitud preventiva.

También desde Lalín se coincide en señalar que se observa un importante descenso del número de visitantes con respecto a veranos anteriores.

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