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"La madre del presidente holandés falleció en una residencia y su hijo tuvo las narices de no ir a visitarla"

-¿La crisis económica provocada por el virus tiene en Holanda las mismas consecuencias que, en el resto de países europeos?

-Miguel: Por supuesto, y ese era el miedo por el cual no quisieron hacer un lockdown, que siguiese trabajando la gente. Los bares, aquí, van a poder abrir a partir del lunes las terrazas y el 30 por ciento de aforo. Llevan tres meses cerrados un montón de bares y de restaurantes. Además, los gimnasios no podían abrir hasta el 1 de septiembre, aunque acordaron después que fuera el 1 de julio. En la federación de gimnasios se están echando las manos a la cabeza porque prevén cerrar todos. Un par de tiendas cercanas a la nuestra también tuvieron que echar el cierre porque no daban superada la crisis económica actual. Aquí pasó como en el Reino Unido o los Estados Unidos, donde primaron la economía sobre la salud.

-¿Queda mucho por contar de la pandemia en un lugar como los Países Bajos, tradicionalmente culto pero con ADN calvinista?

-Miguel: Es imposible llegar a todo lo que sucede, evidentemente. Por ejemplo, esta semana nos hemos enterado que la madre del presidente holandés se murió la semana pasada en una residencia de una enfermedad que nada tiene que ver con el Covid-19. Pero su hijo tuvo las narices de no ir a visitar a su madre. Aquí se entierra a los muertos una semana o diez días después del fallecimiento, y la enterraron el viernes pasado y él no fue a visitarla cuando estaba enferma porque estaba prohibido que entrase nadie en esos establecimientos. Aquí hay muchas residencias de ancianos. La gente aprovecha el dinero de su jubilación para comprar o alquilar una habitación en edificios enormes donde tienes médicos, fisioterapeutas y te dan de comer en tu apartamento. Aquí hubo brotes enormes de contagio y fue cuando decidieron cerrarlos.

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