Pollo, cerdo y carne con denominación Ternera Gallega fueron algunos de los productos que se vaciaron en los lineales de los supermercados tras decretarse primero el estado de emergencia y después el de alarma. Las explotaciones avícolas siguen recibiendo sus cargamentos de pienso y tienen garantizada la retirada de cadáveres así como la recogida de animales para el matadero o el suministro de gas y corriente eléctrica. El problema de estas granjas está en un subproducto, la viruta. La explotación de José Castro, en Silleda, ceba 30.000 pollos. El ciclo dura unos 70 días, entre el vaciado de la granja y la posterior limpieza y desinfección. La crisis del coronavirus acaba de pillar a este ganadero trasdezano en mitad del ciclo. Los animales tienen unos 24 días y solo contarán con veterinario en caso de urgencia. "Se suspendieron hasta los controles de peso", explica.

Estos animales necesitan una cama de viruta, porque no pueden estar sobre cemento. Cada vez que se llena la granja, se depositan sobre el suelo unos 10.000 kilos de este material, y quedan otros 4 o 5 metros cúbicos fuera, almacenados, para labores de mantenimiento, pero sería imposible guardar una cantidad que cubriese la próxima tanda de animales. La viruta procede de aserraderos específicos y se somete también a un tratamiento especial. En caso de que cese la actividad de estos aserraderos, la continuidad de las explotaciones avícolas puede toparse con dificultades.