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Antón Castro reta a Xosé Díaz a identificar los cuadros de Seoane que considera falsos

Anuncia posibles denuncias de propietarios de piezas contra las personas que nieguen su autenticidad

Un grupo de coruñeses visitó ayer la exposición de Mallo y Seoane.

La polémica por la autenticidad de las obras de Maruja Mallo y Luis Seoane incluidas en una exposición impulsada por el Concello de Lalín en el museo municipal, lejos de disiparse, continúa enfrentando a quienes dudan de que fuesen pintadas por estos dos destacados artistas y quienes defienden lo contrario. Anteayer el vicepresidente de la Fundación Luis Seoane, Xosé Díaz Arias de Castro, denunció que ocho cuadros del pintor eran falsos y al menos otros cinco, dudosos.

Esta versión es refutada por el comisario de la exposición Creaciones mágicas de medidas exactas, Maruja Mallo y Luis Seoane en Buenos Aires (1936-1965), Antón Castro, quien reta a Díaz a identificar las obras que él considera no son auténticas. "Lo invité a venir a verla, que venga y diga cuáles son falsas", añade.

El también catedrático de Historia del Arte asegura que la fundación carece de expertos en catalogación de obra de Seoane y subraya que solo puede arrogarse esta capacidad alguien que tenga tesis publicadas o sea autor de tesis científicas. "Díaz es un buen diseñador, pero un mal historiador del arte y no es experto en Seoane ni en ningún artista", comenta quien ya defendió la autenticidad de todas los cuadros de Mallo que colgados en el Museo Municipal.

Pero Castro va más allá y avanza que algunos propietarios de los cuadros que se exhiben en Lalín podría tomar acciones legales contra Díaz o contra otras personas que públicamente asegurasen que existen cuadros falsos. Además, entiende que las aseveraciones del vicepresidente de la Fundación Luis Seoane solo pueden partir de una persona que actúa con "frivolidad" e "infantilismo" propio de alguien que no es experto en arte ni, en este caso, en Seoane.

Castro apunta que Pilar Corredoira es la única que realizó una tesis sobre este artista, en los años 80 en la Universidad de Barcelona, y que además es conocedora de todas las obras que recalaron en Lalín, pudiendo atestiguar que todas son auténticas. Por otro lado, cuestiona que personas como Rosa Espiñeira pretendan elaborar un catálogo razonado con la obra de Seoane cuando en su avance comete errores de bulto como identificar como Floreros el cuadro Crisantemos y datarlo en 1950 cuando fue pintado por el artista en 1956.

"Seoane fue un pintor muy desigual, incluso tiene decenas de firmas en sus cuadros en las que un experto calígrafo se perdería", relata. Sobre la procedencia de las obras expuestas en Lalín dice que algunas forman parte de su legado y otras, en torno a la mitad, se trata de piezas de la familia Villar Cao que luego fueron vendidas por las hermanas del doctor Villar a coleccionistas. Señala que esta familia tuvo una estrecha relación con la de Seoane en su etapa argentina. Subraya que el pintor pasó por problemas económicos hasta que, en 1954, entró en la galería Bonino de la capital bonaerense. Por eso anima a los escépticos a investigar sobre la etapa del creador en el país austral.

Castro insiste en que para la muestra de Lalín tenía un centenar de cuadros de Seoane para elegir y desechó aquellos que no garantizasen una trazabilidad efectiva. Sobre la negativa del Museo de Belas Artes da Coruña de acoger la misma colección que recaló en el Ramón Aller al tener conocimiento de una supuesta falsedad en algunos cuadros, Castro indica que la realidad es que este espacio ya contaba entonces con una muestra de Seoane y con su directora, "que es amiga mía" se acordó posponer este proyecto.

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