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Dos docentes de FP históricos del Antón Losada se jubilan

Juan Rozas estrenó el centro hace 40 años y Xan Blanco acunó el ciclo de Madeira

Xan Blanco y Juan Rozas, en el centro, ayer, en el homenaje que le brindaron sus compañeros.

Tras 40 y 18 años trabajando como docentes de Formación Profesional en el IES Antón Losada Diéguez de A Estrada, Juan Rozas y Xan Blanco eran ya historia viva del profesorado del centro. Rozas fue uno de los docentes que lo estrenó hace ya 40 años y Xan Blanco llegó con el nacimiento del ciclo de Madeira. A esta condición de referentes le agregaron ayer una nueva coincidencia: la fecha de su jubilación. Con tal motivo, sus compañeros quisieron agasajarles ayer con un almuerzo de despedida, que tuvo lugar en O Asador de Leo.

Ninguno de los dos pudo evitar emocionarse. Al fin y al cabo, llevaban toda una vida formando parte de la gran familia del Antón Losada. Eso fue precisamente lo que motivó que Juan Rozas tuviese en este instituto su primer y único destino como docente de FP. Vecino de Santiago, ayer relató que vino a trabajar a A Estrada en la sección de FP dependiente de Pontevedra que precedió al centro de Formación Profesional de A Estrada. Profesor numerario de la primera oposición libre de FP, fue de los primeros profesores técnicos salidos del Politécnico compostelano, donde cursó un ciclo primero para realizar luego el Bachillerato y terminar opositando para ser docente de Electrónica de Telecomunicaciones.

Al año de recalar en esa sección de FP dependiente de Pontevedra, fue uno de los profesores que estrenó el actual instituto. Era 1980. Desde entonces no ha dejado de dar clases y cursos de formación a través de laXunta. Ayer, recordaba con humor que la evolución tecnológica de las últimas décadas le ha hecho pasar de la época de la válvula de vacío a la transición del 4 y del 5G. Suma en su haber 1.500 horas en formación y un número indeterminado de alumnos. A sus 62 años, puede contar que le ha dado clase a hijos de sus primeros alumnos.

Le apetecía jubilarse a la vez que su mujer, también docente, para disfrutar de sus aficiones aunque sabe que le costará desengancharse de la docencia, una profesión que siempre le gustó. Pero alicientes no le faltan: el ciclismo, el kitesuf, el aeromodelismo y su afición a viajar intercambiando su casa con otros turistas le mantendrán ocupado. Su próximo destino será Francia, concretamente Toulousse. Pero no olvidará a sus compañeros, con los que trabó una gran amistad.

Lo mismo siente Xan Blanco, que ayer quiso acordarse de los compañeros que, junto a él, lucharon para que el ciclo de Madeira mejorase año a año desde su fundación hace 18 en los talleres de la Fundación. Se acordó de Fernando, aparejador, que ideó cómo instalar las máquinas; de Ana Pascoret; y de otros muchos compañeros, como el estradense Xosé Magariños o Ramón García, que se vincularon "muchísimo" con el ciclo dedicándole horas fuera del horario lectivo para conseguir que sea un ciclo "respetado".

Aunque es de Vilaboa, de cerquita de Rande, tras vivir dos años en Ouzande y 16 en Aguións, Xan ya tiene alma estradense y promete volver. Guarda muy buenos recuerdos de esta etapa en A Estrada, que emprendió al sacar la plaza de docente de FP a los 45 años. Estos años como funcionario le permitieron vivir con mayor seguridad su vida personal. Previamente había trabajado de restaurador y de docente en colegios rurales de enseñanza privada en Asturias, en la cuenca minera. Aquella etapa -que inició en 1983- también le fue muy útil. Eran centros internos, en los que vivían las 24 horas en el centro. Era una FP subvencionada y concertada que exigía mucha implicación y en la que le tocó lidiar con asuntos complicados, al ver las dificultades por las que atravesaban jóvenes afectados por las drogas o por separaciones familiares. El contacto con las familias era intenso.

Del alumnado de A Estrada valora especialmente la vinculación del alumnado, al que le otorga un diez. "La zona rural se implica mucho. Lo dieron todo", explica, emocionándose al recordar cómo le desbordaron los sentimientos cuando sus primeros alumnos de A Estrada a los quince años del inicio del ciclo quisieron recordarlo reuniéndose en una comida conmemorativa. Son momentos que Xan no olvidará jamá.

Y, aunque a sus 63 años quería jubilarse para disfrutar de su familia -de sus nietos, cuidar a su madre...- y del tiempo libre sabe que llevará por siempre en el corazón a A Estrada y el estrecho contacto con sus alumnos y la enseñanza que vivió en sus aulas. Atesora muy buenos recuerdos y promete volver periódicamente para mantener vivo su vínculo con A Estrada.

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