Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Encuentro de compañeros de pupitre

Una docena de exalumnos del Monasterio de Samos de distintos lugares, entre ellos el alcalde de Agolada, Ramiro Varela, celebran una comida en Ponte Vilariño

Los exalumnos que compartieron aula en el Monasterio en su encuentro el domingo en Ponte Vilariño.

Los buenos momentos siempre llevan detrás recuerdos inolvidables. Un grupo de exalumnos del Monasterio de Samos se dieron cita el pasado domingo en Agolada para reencontrarse y revivir una época pasada. Entre estas personas se encontraba el alcalde del municipio agoladés, Ramiro Varela, que se reunió con compañeros llegados de distintas zonas de Galicia e incluso, del resto de España.

La cita entre antiguos amigos ya es toda una tradición y cada año el destino de la celebración va rotando. "Porque así no siempre se tienen que trasladar los mismos", indica Ramiro Varela. Este año tocó en el municipio de Agolada y asistió casi una docena de exalumnos de las promociones de los años 1966 al 1968, procedentes de distintos lugares como de Ourense, de O Barco de Valdeorras, de Agolada, Chantada, Taboada, Rodeiro, de Castilla y León, de Madrid, de San Sebastián, entre otros sitios. "Solo asistimos esos porque es difícil de coincidir todos, aunque estábamos anotados en un principio algo más de 20, al final, solo asistimos esos".

Los compañeros que compartieron aula en el Monasterio de Samos en esta ocasión, se sentaron en la mesa del restaurante O Merendeiro do Arnego, en Ponte Vilariño (Agolada). Durante la cita no faltó la rememoración de alguna que otra anécdota, que de seguro algunas más buena que otra. "Fue una jornada de recordar momentos de hace ya muchos años". El alcalde de Agolada recuerda como duros aquellos años en esta abadía, pero indica que han sido muy productivo. "Yo ingresé allí cuando tenía diez años, y solo estuve dos, pero hoy en día pienso, porque de aquellas estaba deseando marcharme, que me hubiera ido muy bien haber estado allí cinco o seis años, y de hecho, compañeros míos que estuvieron allí más tiempo, salieron con carreras muy buenas", manifiesta el regidor.

El mandatario no guarda buenos momentos de la estancia en este internado, sobre todo por un motivo. "Todo el curso estábamos allí encerrados, no había vacaciones de Semana Santa ni de nada, solo volvíamos a casa 20 días, desde el 1 al 20 de agosto, por lo que resultaba duro, pero la base que había allí era muy buena, y con el tiempo te das de cuenta que ha merecido la pena". Así mismo, el mandatario indica que allí no solo se iba a instruirse y aprender distintas materias, sino que se les enseñaba de todo y se trabaja en las tareas del día a día. "Allí tenían ganado y había que ir a recoger la hierba seca, el maíz... a pesar de ser unos niños no parábamos y nos enseñaban de todo". Fue aproximadamente en el siglo VI, propiciado por San Martín de Dumio, cuando se asentaron en Samos los primeros religiosos que fundaron este monasterio. Aquellas comunidades religiosas se regían por Reglas Hispanas como las de San Fructuoso o San Isidoro, pero a partir del Siglo X la regla de San Benito ordenó la vida monástica en este cenobio. Las múltiples donaciones hechas por los reyes y nobles a lo largo de los años dan testimonio de su observancia, de su influjo social y espiritual dentro y fuera de la comarca.

Compartir el artículo

stats