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Soledad Felloza: "Estamos en tiempos de exceso de comunicación y de información"

"Los que cuentan historias de autores siempre van matizando con lo que ellos viven"

Soledad Felloza es una actriz y fotógrafa uruguaya afincada en Santiago de Compostela.

El Festival Internacional de Narración Oral "Atlántica" nació hace cinco años en Santiago con la clara vocación de ser un encuentro de voces e historias de perfil atlantista. El certamen organiza hoy la primera de sus tres sesiones previstas en Lalín, a cargo de Sofía Maul con sus "Contos da illa do medio do mar" en el Pazo de Liñares. Soledad Felloza, una charrúa nacida a orillas de un río que en lengua guaraní quiere decir pájaros pintados, es la directora del festival de narradores.

-¿El festival reúne a gente que cuenta historias bajo el nexo de unión del océano Atlántico?

-La verdad es que todos somos contadores de historias. Por mi trabajo tengo la suerte de moverme por el mundo, y una constante que comprobé a todos los festivales que iba era que los contadores más destacados eran siempre gente de Galicia o, como yo, afincados aquí. Empecé a fijarme en la manera de narrar tan especial, de una serie de ritmos narrativos, de la retranca, la morriña, la ironía, y de unas series cuestiones que coincidían. De repente descubrí que hay una especie de voz atlántica, de una manera de contar común, que cada vez que nos encontramos los compañeros de Bretaña, de Portugal, de Brasil, de Argentina, de este lado y del otro del océano, se demuestra que existe. Así que, decidimos hacer un festival que de alguna manera pusiera en valor esa manera de narrar tan peculiar. Nos apetece mostrar esa identidad atlántica sin tener nada en contra de otros mares posibles, por supuesto.

-¿Cuál es el rasgo más común a a todas esas voces atlánticas?

-En primer lugar, encontramos eso que los colombianos llamaron realismo mágico, sucesos aparentemente increíbles que entran a formar parte de la vida cotidiana como si tal cosa. Desde seres mágicos que pueblan las piedras, los montes o los ríos, a esa cosa de hablar con el más allá o el más aquí, esa manera de contar donde se mezcla el cuento con la vida cotidiana, con las cosas que están sucediendo alrededor, con los oficios, con las descripciones del entorno que hacen que sea una manera bastante distinta. No es que no existan aquí contadores literarios, que sí que los hay, pero incluso los que cuentan historias de autores siempre van matizando con lo que ellos viven, con lo que tienen en el día a día, y eso es lo que marca la gran diferencia de estos creadores.

-¿A qué cree que se debe esta especie de renacimiento popular de la narración oral hoy en día?

-Yo creo que tiene mucho que ver con la necesidad humana de comunicación. Estamos en tiempos de exceso de comunicación, de exceso de información, pero que a veces no son profundas, sino superficiales. Lo que tiene contar historias es que implica sentarte con el otro, mirar, escuchar y las personas necesitamos de eso. En la morfología humana está el escuchar y el contar. Yo creo que en los últimos años además gracias a muchos investigadores y muchos enamorados de las historias, de repente nos hemos dado cuenta de que estamos casi como en el límite de la gente muy mayor, que contaba esas historias, está muriendo por su edad, y si esta gente desaparece, desaparecen miles de historias, miles de documentos orales que forman la identidad de un país y de una cultura. Eso no lo podemos perder. De alguna manera, los que contamos historias estamos tratando con el mayor respeto recoger esto que sucedía en cada casa y en cada familia para transformarlo en un hecho social y en una profesión que intenta mantener todas estas historias bajo la mirada de nuestro tiempo.

-¿En qué consiste esa manera contemporánea de contar historias?

-Ayer mismo (por el miércoles) Celso Sanmartín explicó la realidad expandida tan de moda, de jugar a los pokémon y todo eso, diciendo que Galicia toda ella es una realidad expandida porque mires para donde mires detrás hay mouros y demás. Todo esto se lo tienes que contar a adolescentes o al pública de ahora desde nuestra visión, desde nuestro lenguaje, sin tocar la historia original, pero evidentemente con los comentarios que hace una persona de este tiempo cuando se acerca a una historia de un tiempo pasado. Pero, al mismo tiempo, descubres que esas mismas historias no tienen edad porque siguen sucediendo porque a las personas nos siguen pasando las mismas cosas y eso se tiene que contar.

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