Poco más de una semana le queda al Poio Pescamar para su estreno liguero. La mayoría del equipo ha pasado siete meses difíciles sin tocar el balón. Pero para Antía han pasado prácticamente dos años de calvario. Y es que la rojilla sale de dos años negros de lesiones. En 2018 se rompió por primera vez el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda en un partido con la selección nacional sub-18. Esa lesión la mantuvo fuera de la pista prácticamente toda la temporada y justo un año después volvió a sentir la misma sensación en la rodilla derecha en un entrenamiento. La pesadilla se repetía y Antía tendría que volver a ser operada de la misma lesión. Tras una temporada demasiado corta se siente preparada para darlo todo, con ganas de coger más forma física y sin miedo a nada.

El "tractor" del equipo recuerda las primeras sensaciones con el balón en los encuentros amistosos con emoción. "No puedo explicarlo con palabras. Llevaba tantísimo tiempo sin poder disfrutar de esto... Aún a día de hoy se me pone la piel de gallina al pensarlo", admite.

Su vuelta a la pista se ha visto retrasada al próximo 24 de octubre, en la segunda jornada de liga, por positivos en el Leganés, pero la rojilla ha aceptado que esto va a ser algo común a lo largo de la temporada. Antía reconoce que, pese a la corta pretemporada con solo dos encuentros, se ha sentido muy bien. "Tuve la sensación de tener la pierna como nueva, no tuve molestias ni contratiempos y todo fue muy bien. En el primer amistoso estaba demasiado nerviosa, pero he tenido bastantes minutos y el equipo me ha hecho sentir una más", explica.

"Para mí ya no tengo ninguna rodilla que haya sido operada. Estoy empezando de nuevo y espero que este año me respete en cuanto a lesiones y que no le de ahora a ir a por los brazos", bromea la jugadora. Cuenta que estos dos años han sido un calvario y que después de tanto tiempo se siente realizada viendo que tanto esfuerzo tiene ahora su recompensa. "Es como cuando en el cole haces las cosas bien y te dan una piruleta", espeta.

Aún así el proceso ha sido complicado: "Mentalmente la vuelta a la realidad me costó un poco. No me encontraba, no era yo. Fue difícil adaptarme, pero según fueron pasando los días y con la ayuda de todas y el cuerpo técnico me fui acoplando y ahora estoy muy bien", explica.

Ahora solo piensa en dar el 300% de ella y hacer el mejor papel posible para que el equipo esté entre los cuatro primeros, objetivo principal para la temporada.