Al margen del cariño mostrado por la afición a los jugadores al finalizar el partido en agradecimiento al sueño que les hicieron vivir de jugar el play off de ascenso y más recordando lo sucedido la pasada temporada donde se estuvo a punto de consumar el descenso, lo cierto es que la plantilla granate tiró por la borda y en el último momento el buen trabajo realizado a lo largo de todo el año.

Los jugadores del Pontevedra se merecen una nota de notable, tal como señaló el técnico Luismi al finalizar el partido, pero estuvieron a punto de rozar el sobresaliente y la pena es que se dejaron escapar puntos increíbles, ante equipo que están en la zona baja de la clasificación.

Qué pasó contra el Atl. Madrid o ante equipos de menor nivel como el Adarve o el Las Palmas Atlético, entre otros muchos, pues que faltó carácter ganador. A los jugadores, una y otra vez a lo largo de la temporada les pudo la presión cada vez que tenían el objetivo a tiro. Y, al final ocurrió lo que ha venido pasado a lo largo del año. Un paso adelante y otro atrás, para acabar cayendo en una zanja de tres partidos sin ganar en el momento más importante del campeonato, cuando todo estaba en juego: la gloria o el fracaso.

El pasado domingo, los jugadores rojiblancos pusieron intensidad y ganaron todos los duelos de uno contra uno. Dieron una lección a los granates, incapaces de llevarse una disputa, una segunda jugada o de hilvanar tres pases seguidos con algún sentido.

Fue el de los granates un final de temporada decepcionante, y más tras haber logrado anteriormente una racha de cinco partidos invicto que le había aupado a los puestos de play off.

Derrotas humillantes como visitante ante dos equipos colistas y el del domingo en casa ante uno de los gallitos del grupo.

Faltó carácter en un equipo que cada vez que veía el objetivo a tiro se amedrentaba y fallaba una y otra vez.La presión les pudo y la "quedada" llevada a cabo por la afición antes del partido logró el objetivo contrario, los acabó matando. En el terreno de juego, las piernas de los jugadores granates iban por un lado y la cabeza por el otro.

Esta trayectoria en el tramo final trunco una ilusión entre los aficionados que ha dejado un poso de amargura ya que hace tres semanas nadie podía pensar en esta hecatombe.

Los jóvenes jugadores del At. Madrid les dieron un ejemplo de como se debe competir en un partido donde hay tanto en juego.

El gesto final de la afición arropando al equipo en su despedida de Pasarón tras las tres últimas derrotas fue emotivo, pero no debe ocultar la realidad. Es necesario dar un paso más en un año donde, al menos, no se ha coqueteado con el descenso como en la 2017-2018.

La calidad de los jugadores está contrastada, como lo demuestran los grandes partidos realizados en Pasarón con victorias holgadas ante los rivales más importantes del campeonato, a excepción del pasado domingo.

No fue la calidad la que acabó con el Pontevedra fuera de la fase de ascenso, fue la presión que no ha sabido gestionar la plantilla y el técnico. Todo lo tenìan a favor tras una racha triunfal, el calendario les había deparado dos rivales de la zona baja y un rival directo ante sus aficionados. Y fueron de derrota en derrota hasta la desilusión final.

Pero el Pontevedra, además de carácter, necesita un goleador. Arruabarrena vino como el 9 salvador y acabó fracasando como lo hiciera el año anterior en Fuenlabrada.

Los granates demostraron no ser inferiores a ningún equipo de este Grupo I, pero si se quiere aspirar la próxima temporada a jugar el play off este plantel necesita importantes recambios. Luismi se ha ganado el derecho a continuar, pero también habrá de explicar la falta de intensidad que demuestra el equipo fuera de Pasarón, una losa que trajo esta desilusión.