Sin defender es imposible puntuar en balonmano y eso es lo que le está pasando al Teucro esta temporada. Después del espejismo de las primeras jornadas de la segunda vuelta, en las que parecía que el equipo pontevedrés había mejorado en la faceta defensiva, llegaron los golpes de realidad. El primero lo dio el Anaitasuna el pasado sábado (28-32) y el segundo lo dio ayer el Ademar León, que superó con autoridad al cuadro azul, imponiéndose por un contundente 44-23.

El 24-11 que reflejaba el marcador al descanso era, una vez más, un mal augurio para el Teucro, que encajó en 30 minutos los mismos goles que recibió en todo el partido de la primera vuelta contra el Ademar, al que entonces había logrado ganar a base de intensidad, esfuerzo, entrega y pundonor (26-24). Ayer no hubo nada de eso. El conjunto pontevedrés fue una caricatura de sí mismo, muy débil en defensa y con pocas ideas en ataque. Se salvó la aportación de Fischer, con ocho goles, y el desparpajo de los más jóvenes, aunque ellos solos no son suficientes para sacar adelante una permanencia en Asobal que cada jornada parece más complicada por las sensaciones que está dejando el equipo, porque por matemáticas todavía es muy posible, pues los azules se mantienen a solo un punto de la salvación, que la marca el Frigoríficos del Morrazo.

Ayer, el Teucro solo se mantuvo en el partido hasta el minuto 7 (7-5 en el marcador), a partir de ahí, el Ademar fue ampliando su distancia apoyado en un gran Slavic y en su superioridad en prácticamente todas las facetas. Los de Luis Montes sufrieron especialmente en las transiciones rápidas de su rival, que casi siempre lograba goles fáciles aprovechando los fallos en el repliegue defensivo del conjunto pontevedrés.

El 44-23 final fue incluso menos abultado de lo que se podía esperar tras la primera parte.