La mente juega un papel fundamental en el mundo del fútbol. Y, a veces, la superstición es un factor importante en la psicología de los futbolistas. Pese a que hay muchos deportistas que no entienden de esos fetichismos, lo cierto es que desde que el Pontevedra ha cambiado el negro por el azul, el cielo se le ha abierto.

El pasado 11 de febrero, el equipo lerezano jugó su último partido con su equipación visitante gris y negra de este año. Fue el 1-0 contra el Sanse. Un resultado que seguía ahondando en la mala dinámica del equipo lejos de Pasarón.

Desde entonces, el Pontevedra siguió de capa caída a domicilio. Pero todo cambió a partir de abril. Este mes, el cuadro lerezano acumula cuatro salidas. Y en tres de ellas, ha sumado la victoria. El equipo pontevedrés empató en Sagunto (1-1) para pasar a la final de la Copa Federación. Luego, ganó en Navalcarnero en liga (0-2). Posteriormente venció (0-1) en Ontynient en la ida del partido definitivo de copa, antes de lograr un nuevo triunfo el pasado fin de semana en Valladolid (1-2), de nuevo en la competición regular.

La tendencia es contrapuesta. Y aunque detrás de este cambio de dinámica estén cuestiones futbolísticas, lo curioso es que ha sido recuperar la elástica azul del ascenso y el primer año en Segunda B (de esta nueva etapa) y volver a ver la luz.

"No creo en ninguna superstición. No me importa el color", resuelve tajante Álex González. "Es cierto que yo no he jugado con la negra, que es muy bonita, pero me olvido completamente del color de la camiseta a partir del calentamiento", expone Éder. Ambos, González y Díez, han sido piezas clave al materializar los goles en el resurgir del equipo a domicilio.

"He tenido la suerte de marcar esos goles en momentos claves e importantes", reconoce el extremo cántabro. Álex ya anotó el primer tanto de la única victoria lejos de Pasarón en la primera vuelta: contra el Racing de Ferrol, todavía con la camiseta negra. Pero últimamente marcó en la final de Copa y también el 0-1 contra el Navalcarnero.

En ese mismo choque contra el Navalcarnero vio puerta Éder Díez para poner el 0-2. El vasco repitió dos semanas después, contra el Valladolid B. También para establecer la ventaja de dos tantos en el marcador, que posteriormente se convirtió en solo uno pero sirvió para llevarse tres puntos fundamentales, que han hecho ver el futuro de otra forma en el seno granate.

Ahora, el Pontevedra afronta el choque contra la Gimnástica Segoviana con un punto de ventaja sobre el puesto de play out y tres por encima del descenso. Pero sabe que, como mucho, tan solo dos de sus rivales directos ganarán, pues sus cuatro perseguidores más inmediatos, sin contar al conjunto segoviano, juegan entre ellos (Racing de Ferrol-Valladolid B y Toledo-Coruxo).

Dueños de su destino

El choque ante la Gimnástica será decisivo, pero los últimos resultados dan confianza al equipo. La situación es mucho mejor que hace un mes porque tres victorias y un empate han cambiado el escenario. "Obviamente estábamos en una situación complicada. Nosotros creíamos, pero la mayoría de personas ajenas al equipo no las tenía todas consigo. Al final, tirando de unión hemos llegado a una situación final siendo dueños de nuestro destino", afirma Éder.

Para el delantero vasco, ya hace tres semanas que el equipo afronta los choques sin hacer cuentas. "Era más inconsciente. Mirábamos hacia abajo por la situación. Ahora todo ha cambiado. Respiramos de otra forma", añade.

Sobre lo que ha cambiado, Álex González explica "que la Copa ayudó a ganar confianza, pero la clave está en que la gente dio un plus a nivel mental porque nadie quiere perder la categoría". En la misma línea se mueve Éder: "Creo que ha sido un cambio de actitud. Estábamos cerca de tocar fondo. Y dijimos que hasta aquí habíamos llegado. Se cambió la mentalidad. Ahora creemos en nosotros y eso se está viendo".

Ahora, con ese cambio de mentalidad y ya en una "tendencia positiva", el Pontevedra viajará a Segovia para medirse a la Gimnástica el domingo a las 18 horas con el apoyo de un autobús detrás y sabedor de que ganar equivale a lograr casi la salvación. Y para ello, da igual que sea de color negro o azul.