Un jugador no hace a un equipo, pero sí puede hacer que este cambie para mejor. Lo logrado por Mario Barco este domingo ante el Burgos es la aseveración en un campo de fútbol de que un equipo es un estado de ánimo.

Esta frase tantas veces repetida por el argentino Jorge Valdano, ilustre invitado en el pasado mes de octubre a los actos para la conmemoración del 75 aniversario del Pontevedra, servía para justificar el hecho de que algunos equipos ganasen por inercia, pero también podría ser aplicable al extraño caso del Pontevedra de cara a puerta.

Solo ese "estado de ánimo" puede explicar el motivo que ha llevado al equipo a no materializar las incontables ocasiones de las que dispuso desde la maldita lesión de tobillo del tanque cedido por el Lugo y, ya con su goleador de nuevo en el campo seis partidos después, enviar a gol dos de las cuatro ocasiones claras de las que dispusieron tras su reingreso en el terreno de juego en el minuto 55. Las jugadas llevan además su sello impreso ya sea en forma de gol o de asistencia dando carpetazo definitivo a más de 650 minutos de "meigallo". El equipo ya sabía cómo hacer goles, simplemente necesitaba refrescar el concepto con un catedrático del tema como es el ex del Somozas.

Las ganas, ilusión, empuje y también la pizca de suerte que acompañan a "Tarzán", como le llama cariñosamente Luisito a su pichichi, fueron como medicina instantánea para la negación pontevedresa y de repente todo volvió al punto en el que se había quedado aquel 8 de enero, fecha en la que Barco cayó lesionado y desde la que no habían vuelto a ganar.

Mario era el engranaje que le faltaba al juego del equipo para abandonar el ralentí de las últimas semanas y empezar a coger de nuevo velocidad de crucero con rumbo a un destino que todavía está por determinar pero que solo el tiempo y los goles, dirán cuánto de lejos está.

Como si se tratasen dos caras de una misma moneda, lo que Barco (y también Álex González) le aportó de extra de motivación y energía a su equipo para la remontada, se lo quitó al Burgos en forma de temores. El propio técnico rival lo reconoció después al afirmar que con su vuelta a los terrenos de juego los burgaleses dieron un paso atrás ante el temor de perder unos tres puntos que habían amarrado en uno de sus pocos acercamientos al área.

La victoria del Pontevedra del domingo llegó además en el mejor momento posible para la casa lerezana. El calendario que se le presenta al club en las próximas seis semanas resultará clave para delimitar cuál es la posición por la que el Pontevedra estará peleando al final de liga en mayo. Empezando por el partido del próximo domingo ante el Lealtad en Villaviciosa, los pupilos de Luisito enlazarán a la gran mayoría de sus rivales directos por la cuarta plaza además de al líder de la categoría. Tras el viaje a Asturias vendrán Valladolid B, Osasuna B, Tudelano, Ponferradina y Cultural Leonesa. Ese 9 de abril, tras la visita a Pasarón del líder, será el momento de hacer cuentas e ilusionarse (o no) con cosas importantes.