El Academia Octavio se suicidó en Huesca, en una decisión controvertida que queda grabada de forma dolorosa en la historia del club. El equipo tenía el balón en su poder a falta de diez segundos y con 29-29 en el marcador. Los árbitros elevaron la mano advirtiendo el pasivo. Quique Domínguez pidió tiempo muerto. La igualada propia les hacía depender del Villa de Aranda-Frigoríficos. Un empate entre estos dos conjuntos también descendía al Octavio. Cualquier otro resultado entre ellos los salvaba. El técnico académico se la jugó al todo o nada. Introdujo a un portero-jugador. Un pase fue interceptado por Joan Saubich, que marcó a portería vacía de campo a campo. Fue la sentencia de muerte del Octavio.