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fútbol sala

Cristina Castro, hechos con pocas palabras

Fisio pero también confidente y amiga, espera el pistoletazo de salida del Envialia

Cristina Castro, el pasado miércoles con un balón que espera muy pronto comience a rodar. // I. Osorio

Cristina Castro no mete goles. Tampoco hace los planteamientos de los partidos. Pero es una pieza tan básica como las futbolistas o el entrenador. Osteópata, con Gonzalo Iglesias empezó y con él se reencontró. Madre de un chico de 25 años y una chica de 15, cuenta las horas para empezar una pretemporada más con el Ourense Envialia.

"Todos tenemos muchas ganas", anticipa Castro, que no esconde "lo mucho que he echado de menos" el día a día con el club. Fisio pero a la vez "confidente", no duda en señalar, que no nombrar, a una jugadora "especialmente quejica".

De pocas palabras, lo suyo son los hechos. El roce hace el cariño y ello le ha llevado a la amistad con alguna jugadora del equipo. De todos estos años, se queda "con muchas cosas, muchas vivencias, pero sobre todo con la Copa que ganamos en el 2017 en Córdoba, fue la primera y por ello muy especial", detalla.

La normalidad

"Mi trabajo consiste en recuperar las lesiones, musculares, articulares, de ligamentos. Si hay fractura ahí ya tiene que intervenir un médico", relata Cristina, preparada para un aluvión ahora que a principios de semana va a comenzar la pretemporada. "Ya me han dicho, 'prepárate para la semana'. No me importa, al contrario, encantada. Es bueno volver a estas cosas, volver a la normalidad nos hace falta".

Centrada en su trabajo en el cuerpo técnico, huye de los tópicos huye de eso de 'el club es una familia'. "Es que no lo siento así, somos un grupo de trabajo que intenta hacer el suyo lo mejor posible. Mi relación es con el cuerpo técnico, con el resto del club tengo poca".

En poco más de un mes debería comenzar la liga, de nuevo con dos equipos ourensanos, Ourense Envialia y Cidade de As Burgas. La rivalidad no se detiene. "No me llevo con nadie de ese club, no se comportan correctamente desde que entran en el pabellón hasta que se van, no son respetuosos. Para mí es un equipo más de la categoría, pero no le tengo mayor simpatía porque sea ourensano. Es un partido desagradable de jugar, prefiero cualquier otro ante cualquier otro rival".

Va más allá: "No se trata de mayor o menor rivalidad, yo voy a hacer mi trabajo y nadie se tiene que meter conmigo. Son maleducados, te insultan, provocan situaciones desagradables", remacha.

¿Cómo se viven los éxitos digamos desde la trastienda? "Yo tengo que hacer que las jugadoras estén en condiciones. Como cuerpo técnico funcionamos muy bien, cada uno sabe cuál es su función. Todos ponemos nuestro esfuerzo y nuestro trabajo", remarca.

Con casi todas las horas del día ocupadas por el trabajo, con dos hijos que viven en la casa familiar, ¿se siente plena? "Sí, no me quejo", zanja. ¿Y realizada? "Uf, es muy difícil contestar a esa pregunta, digamos que me gusta la vida que llevo, aunque hay cosas que cambiaría", termina.

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