Debacle sin paliativos la de la UD Ourense en el campo de A Cheda de Lugo. Cinco goles recibieron los rojillos en apenas cuarenta y cinco minutos, para ser portada de un lastimoso 5-0 frente a un equipo que era colista hace dos telediarios. Continúan así los ourensanos una dinámica aterradora a domicilio, once goles recibidos en las tres últimas salidas. Lejos, muy lejos, queda la última vez que rascaron como visitantes, el 6 de octubre en Cangas. Vuelta con la burra al trigo, otra vez con el descenso acechando, ahora con dos puntos de margen.

Todo lo que podía salir mal salió mal. Se lesionaron Vieytes y Pedrosa, el primero pendiente de pruebas en la planta del pie izquierdo, el lucense recayó en los isquios. Aunque un milagro los recuperase no estarán disponibles para el próximo partido ya que además fueron amonestados y cumplen ciclo.

No es la primera vez que la vuelta de vestuarios es un tormento para la UD Ourense, que también en Calabagueiros fue engullida en unos pocos minutos tras el descanso. Lo que era un esperanzador empate en el intermedio se convirtió en un partido perdido a los diez minutos de la reanudación. Como en Abegondo, los rojillos llegaron a los minutos finales sin posibilidad alguna de puntuar.

Ourensano fue el primer lanzamiento, de Josu a los cinco minutos de fútbol. La respuesta llegó del pie de Varo, excesivamente alto. Una buena triangulación entre Josu, Gabi y Hugo acabó con el remate de tacón del ariete, que no llegó a más porque apareció un central. Cuatro minutos más tarde, en el 23, fue Champi el que se acercó al gol, pero ajustó tanto el disparo que se perdió junto al poste. La última rojilla la tuvo Tiago, que tampoco acertó a embocar entre los palos.

Y hasta aquí. Porque la segunda parte fue una pesadilla. Al minuto ya iban por debajo los de Currás, antes de entrar en el siete la desventaja ya era de dos goles, al cuarto de hora lo mejor era pensar en el próximo partido, la visita del Somozas, el domingo desde las cuatro y media. Por el camino, entre el segundo y el tercero apareció el travesaño para echar una mano.

Cambiado Vieytes por obligación, Currás se quedó sin sustituciones a falta de más de media hora, cuando metió en el campo a Pedrosa y Rubén Arce. Poco después se quedó sin el lucense, el equipo con uno menos y una pared por delante.

Iban a llegar más penas, cayó el cuarto, Ángel Díez le negó el suyo a Juan Brunet pero al filo del pitido final llegó la temida manita.

No arranca la máquina rojilla, vuelve a ir a tirones. Ahora que parece haber encontrado el equilibrio como local, cada salida se está convirtiendo en un mal trago. Le han goleado los dos filiales, le han goleado equipos que están arriba pero también el que está abajo.

La cabeza manda tanto o más que las piernas y llena de buenas sensaciones la tiene ahora el Somozas, el próximo visitante, que doblegó a última hora al Choco y no querrá detenerse en el campo de O Couto.

Otra bala malgastada, en una liga tan igualada del sexto para abajo, la realidad dice que a los ourensanos, dos puntos por encima del descenso, les separa una victoria de la séptima posición. Otra cosa son las sensaciones. La nave no termina de enderezarse.