Marcos Alonso, Marquitos, se ha sumado al triángulo del gol de la Unión Deportiva Ourense. El porriñés marcó el último de 2018, que valió el empate en A Laracha, y el primero de 2019, el que abrió la remontada ante el Racing Villalbés. En su primera titularidad, puso desde la izquierda el centro que Rubén Arce cabeceó para marcar el tanto de la victoria sobre el Porriño en O Couto. El pasado domingo fue Arce el que devolvió el centro, por partida doble, para que Marquitos y Hugo sacudieran la red.

Se entendieron bien los tres de arriba en el campo y el excanterano del Celta revela que también hay mucha afinidad fuera: "Los tres estamos enchufados y con Hugo tengo complicidad dentro y fuera de campo. Nos llevamos bien. Desde el principio hay algo que nos hace llevarnos así de bien". Uno es del Dépor y otro del Celta, y tampoco el salto generacional ha impedido que haya sintonía: "Me saca diez años, pero está hecho un chaval -bromea Marquitos-. Es un jugador que tiene tanta calidad que, una vez que le salen las cosas, demuestra lo que es". Se asociaron en el que hubiera sido uno de los goles de la temporada en O Couto, pero lo evitó en el último momento el portero visitante al desviar un remate de Marquitos, tras recibir un pase de tacón de Hugo. "Lo estuvimos hablando al acabar. Tenía que haber salido, nos buscamos, pero no pudo ser", recuerda el porriñés.

En su visión del partido, Marquitos reconoce que no estuvieron a gusto muchos minutos: "En la primera parte no estábamos muy cómodos. El césped no dejaba circular rápido el balón, pero después hicimos un par de cambios y con el balón ya estuvimos mucho mejor". Asegura también que el tanto del Villalbés fue un estímulo: "El gol nos vino bien para ir a por el partido. Si no nos lo llegan a meter, nos hubiera costado. Espabilamos".

La remontada permite al conjunto ourensanista despedir la primera vuelta desde la cuarta posición. Marquitos opta por la ortodoxia ante la euforia: "Vamos partido a partido. Tenemos que seguir luchando para también seguir soñando". No quiere, eso sí, que se obvien los méritos acumulados por los de Currás: "Nadie se esperaba que estuviéramos ahí. Si nos sale la segunda igual, estaremos arriba, pero no hay que fijarse objetivos largos, sino seguir sumando y ya veremos a dónde llegamos".

En el plano personal, Marquitos tiene la flecha hacia arriba: "Me están saliendo las cosas, sobre todo ante portería y ojalá siga así". Hasta le entran de cabeza: "El último creo que lo metí con 10 años (risas)". El domingo empezó en la izquierda y acabó entre líneas. No oculta sus preferencias: "Me encuentro más cómodo cuando estoy por dentro, con libertad entre los mediocentros y el punta, pero en banda también me gusta".

La tribuna de O Couto le despidió con un caluroso aplauso cuando le cambiaron, una deferencia que agradece: "Estoy encantado con la afición porque cada partido y cada día me recibe muy bien". No oculta que los comienzos fueron difíciles. "Las primeras semanas fueron bastante duras, pero seguí entrenando y currándomelo para hacerlo bien. Ahora lo estoy haciendo y el entrenador me sigue dando la oportunidad". La moraleja, tanto para los más jóvenes como para los futbolistas más expertos que se están quedando en la grada, es que hay que saber resistir. "Tienes que saber lo que quieres y a qué equipo vas. Si quieres estar en un equipo que tiene nivel, hay que saber que no te lo pondrán fácil. Llegas nuevo, sales de juveniles y el día a día te tiene que servir para crecer. Entrenar y entrenar hasta que toque la oportunidad", explica Marquitos sobre su evolución en la UD Ourense desde que se convirtió en un refuerzo que abrió fronteras, el primero procedente de la cantera del Celta en los cuatro años de vida del proyecto.