–Llega el momento de despedirse del Bádminton A Estrada. ¿Recuerda cómo fue su llegada al club hace veinte años?

–Recuerdo que descubrí el bádminton con un curso que vine a hacer a A Estrada y comencé a entrenar de la mano de Tino Regueira. Fue a partir de ahí cuando fusionamos el Santiago con el Bádminton A Estrada junto a Concha Ramos, la presidenta, mientras que yo me convertí en entrenador.

–¿Cómo era el club cuando llegó?

–Venía de ser un club bastante laureado en categorías menores pero, con varios cambios de directivas, no atravesaba por su mejor momento. A partir de ahí se inició una relación en la que diría que hemos hecho cosas importantes. Con esa simbiosis entre entrenador, padres y niños se creó una gran familia. Eso tiene siempre pros y contras por la falta de profesionalidad en algunos casos pero fue sin duda una relación muy buena. Podemos decir que hemos alcanzado metas que eran impensables.

–Y pocos años después llegaría el centro de tecnificación.

–El punto de inflexión para el Bádminton A Estrada y para el bádminton gallego fue el centro de tecnificación. Yo ya era presidente de la federación gallega y aquí contaba con un gran apoyo por parte del Concello, algo fundamental para poder crecer. Era el año 2006 cuando clasificaron el centro, hasta el 2014, cuando decidieron llevárselo para Pontevedra, donde cuenta con grandes instalaciones y posibilidades. Ver esa chincheta en A Estrada en el mapa de España que había en el Consejo Superior de Deportes por el centro de tecnificación siempre fue un orgullo. Había centros en muchas ciudades importantes pero también en un pueblo como A Estrada. Aquí el bádminton se convirtió en un referente.

–Y eso acompañado de grandes resultados.

–En estos veinte años hemos sido el tercer club más laureado del bádminton español, con 176 medallas en campeonatos de España y el 90% de esos éxitos fueron de niños de A Estrada. Luego hubo otros que no eran de la casa pero lo acabaron siendo, como es el caso de mis hijos. Para mí fue una historia muy especial, en la que dejé incluso mi casa para trasladarme a A Estrada para dirigir el centro. Fue una historia de mucho sacrificio pero también muy bonita para mí.

–Han sido muchos los jugadores que han salido de la cantera en estos años.

–El éxito del Bádminton A Estrada está en esa estructura piramidal de creamos desde los colegios Pérez Viondi, Figueiroa y O Foxo, con sus profesores incentivando el bádminton, las escuelas deportivas municipales, el club federado y el centro. Los chavales podían llegar al triunfar a nivel internacional sin tener que salir de A Estrada.

–¿Qué jugadores le llamaron más la atención?

–Sería injusto dar un nombre. Me quedo con muchos y muchos detalles. Recuerdo con mucho cariño la primera medalla con Pablo Carollo. Su fallecimiento fue la gran pena que me he llevado en el mundo del deporte. También los once títulos gallegos consecutivos de Rafa Vázquez, el europeo de Pablo Sanmartín, el triplete en el Nacional de Sanmartín y Xoel Liñares, el llegar a División de Honor, cuando nos fuimos a Dinamarca a probarnos contra los mejores, las clasificaciones para campeonatos de Europa y del mundo, o la clasificación de Elena Andreu para unos juegos de la juventud. Pero hubo otros muchos grandes jugadores y otros, que sin serlo desde el inicio, lucharon para terminar siéndolo. Luego, la alegría máxima de ver a mi hijo siendo campeón de España y defendiendo a A Estrada. Además, me dejo muchos grandes amigos y trabajadores del club, como Rafa, Tinto Muñiz o Jesús Pereiro, que ahora será el que reciba los galones de máximo responsable. Hay que dejar el club en las mejores manos posibles y Jesús es una persona muy cualificada, que viene con fuerza y sabiendo lo que hemos hecho mal y bien en el pasado. Además, creo que hemos sido un referente en la organización de eventos a nivel nacional. En todo eso fue muy importante el apoyo total que siempre recibimos del Concello, y no de palabras y palmadas.

–¿Qué le llevó a dar este paso?

–Veinte años es un periodo suficiente teniendo en cuenta que hay un relevo preparado. La pandemia también nos llevó a replantear el funcionamiento del club para no morir de éxito y relajarnos. No quiero dejar el bádminton, porque mis hijos siguen jugando aquí, sigo en la federación y tengo previsto iniciar un nuevo proyecto importante en Santiago. Además, espero llegar a ver esa medalla europea o mundial para A Estrada que siempre soñé. En estos veinte años creo que hubo luces y sombras. Seguro que se pudo hacer mejor pero espero que la gente llegue a apreciar lo que he hecho. Trabajo e ilusión nunca me faltó.