El Disiclín Balonmán Lalín firmó ayer su segunda derrota consecutiva en lo que va de fase por el descenso. Los rojineros volvieron a dejar malas sensaciones sobre la pista, incapaces de llegar con opciones al tramo final del encuentro. Sus errores ofensivos se toparon además con un Ikasa Boadilla que dio pocas concesiones. Su sólida defensa y su capacidad de uno para uno en ataque fueron demasiado para un Disiclín todavía lejos del nivel que mostró en la primera fase.

La primera parte del partido disputado ayer mostró la mejor y la peor cara del equipo dirigido por Pablo Cacheda. Los rojinegros salieron muy enchufados y eso se tradujó en un gran inicio de partido. Bien guiados por Bruno y con mucha movilidad en ataque hicieron daño a un Ikasa al que se le atascaba el ritmo alto propuesto por los visitantes. En la pista contraria, los madrileños tenían problemas para superar la defensa lalinense, con Echevarría como única arma. Este planteamiento regaló a los de Cacheda una ventaja que llegó a irse hasta los cuatro goles en el minuto 15, con un 6-10 en el marcador.

A partir de ahí se vio la otra cara de la moneda. Los cambios no sentaron bien al Disiclín. Los continuos fallos en ataque dieron a los locales la oportunidad de correr y lo aprovecharon haciéndose con el mando del partido. La sangría de los rojinegros se alargó durante ocho minutos, con un parcial de 7-0 que dejó el partido con un 13-10. En el tramo final, el partido se igualó, con un Disiclín que encontró en Roberto Álvarez al encargado de mantenerlos con sus lanzamientos. Al paso por vestuarios el marcador reflejaba un 17-15.

La segunda parte no sirvió para cambiar el mal rumbo que habían mostrado los rojinegros en la primera. Fallos en los lanzamientos y pérdidas de balón dieron a los locales el marco perfecto para abrir brecha, con un parcial 4-1 que sacó los colores a una defensa incapaz de frenar el uno para uno de los madrileños. El marcador se estiró hasta el 25-20 en contra de los lalinenses. El partido se movió en esas cómodas rentas hasta que el Disiclín lanzó su farol final.

Un cambio de defensa, con marcaje al hombre de Román sobre Salgado –de lo mejor de los locales en ataque– sentó mal a los de Boadilla. Los rojinegros aprovecharon ese momento de desconcierto para recortar diferencias y ponerse a dos (28-26) a falta de diez minutos. La remontada sin embargo se quedó ahí. Los locales se recompusieron y volvieron a colocar rentas de cinco y seis goles. Los últimos cinco minutos fueron un calvario para los de Cacheda, que al menos recortaron algo las diferencias.