Cada temporada, la directiva del Club Deportivo Lalín tiene un encargo especial. Deben llevar el carné de socio número 1 al Café Camilo, donde lo abonarán y guardarán hasta que su propietaria pueda pasar a por él. La destinataria de ese honorífico carné es Matilde Fociños de Valenzuela y Fariña, señora del Pazo de Borraxeiros, descendiente de Ulrico y José Fociños, nobles que a finales del XIX y comienzos del XX fueron alcaldes de Agolada. Matilde Fociños ya no vive en el histórico pazo. Ha decidido dejar la fortaleza destruida en su día por los Irmandiños para vivir en una "humilde" casa a poca distancia. Allí, nos atiende solicita, con una mezcla de orgullo y recuerdos atropellados bajo el brazo. Se emociona al recordar a su marido, Ángel Nistal Peña "Lucho", el hombre que fue fundador del Club Deportivo Lalín hace 44 años y por el que hoy ocupa el puesto como socia número 1 de la entidad.
El camino de Matilde Fociños se cruzó con el Lalín cuando su marido y varios amigos decidieron fundar un equipo de fútbol en el pueblo. Corría el año 1974 y otras localidades cercanas ya tenían desde hacía tiempo su propio club. No era el único proyecto de un hombre que trabajó en la antigua oficina lalinense del Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario (Iryda). "Fue el fundador de la primera biblioteca de Lalín, cofundador de Cáritas de Lalín y también de la polifónica", recuerda con orgullo su mujer. Lucho se convirtió en el primer presidente del Lalín, un cargo que ocupó durante sus primeras cuatro temporadas. Fueron años de mucho trabajo, en los que se creó el estadio -bautizado años después como Manuel Anxo Cortizo- y se sentaron las bases para lo que después fue un destacado equipo en Segunda División B.
Los comienzos, como recuerda Matilde Fociños, fueron mucho más humildes. "Yo iba siempre a los partidos con él pero teníamos que llevar a los jugadores en el coche. Recuerdo que mientras yo me preparaba él iba a buscar a un jugador muy bueno que era de Laro y después venía a por mí", explica. "Después de los partidos, siempre los invitaban a un bocadillo y a un refresco. Lo hacían porque de aquella no cobraban nada por jugar", añade. Matilde Fociños recorrió muchos campos siguiendo al Lalín con su marido. Recuerda viajes a Oviedo y Valladolid pero también otros partidos como el jugado en Melide con un gran frío en el que ella era la única en la grada. En el año 1978, Lucho Nistal decidió aceptar la oferta planteada por Manuel Ángel Cortizo. El empresario quería dar un empujón al Lalín y el cofundador decidió dar un paso a un lado y dejarle la presidencia.
Mantuvo sin embargo el número uno de socio del Lalín hasta su muerte, en el año 1988. Matilde Fociños decidió en ese momento realizar una petición especial y atípica a la directiva del Club Deportivo Lalín, en aquella temporada encabezada por Nicolás González. Quería recordar a su marido llevando hasta su muerte su número de carné de socio. El club accedió a su petición, convirtiéndola de esa manera en la primera de una larga lista, un puesto que ha ocupado durante los últimos 29 años.
En todo ese tiempo, Matilde Fociños no ha ido a ver ningún partido del Lalín. Recuerda que la última vez que piso el Cortizo lo hizo junto a su marido, en aquel momento ya convaleciente de su enfermedad. A pesar de sus problemas físicos, Lucho Nistal quiso acudir una vez más a ver a su equipo y su mujer estuvo a su lado en ese último partido. La primera dama del Lalín cerró ese día una puerta que todavía no ha vuelto a abrir. "Sueño con que algún día me tocará a lotería. Ficharé a todos los jugadores del Barcelona para que jueguen en el Lalín y llegar a Primera División. Sería bonito", divaga. "Seguiré apoyando al Lalín y siendo socia hasta que me muera".
