Al frente del recuperado Cruces estuvo un hombre que aceptó con gusto la oferta de entrenar "en casa". Moncho García es reconocido en la comarca dezana por el trabajo que realizó durante cinco años en el Piloño. El técnico se hizo cargo del equipo en Tercera Autonómica y en tres años lo logró colocar en Primera Autonómica, en donde consiguió mantenerlo. Terminada su etapa en el Piloño, García tomó la decisión de dejar su puesto a otra persona que trajese nuevos aires. Mientras su exequipo apostaba por Estrella, García se tomaba dos años de descanso y sacaba dos cursos de entrenador. Su retiro terminó cuando la nueva directiva del Cruces llamó a su puerta para hacerse cargo del equipo. García terminó finalmente aceptando el puesto, una aventura que culminó con otro ascenso, el tercero en los últimos seis años como entrenador. El técnico restó importancia a este hecho. "La verdad es que he tenido mucha suerte con los jugadores que he entrenado. Siempre tuve jugadores muy implicados y que confiaron en mí. El mérito es de los jugadores no mío".

En cuanto al Cruces, García reconoció que su meta inicial no era el ascenso pero, según fueron llegando los resultados, todo cambió. "Los resultados nos llevaron a pensar en objetivos mayores. La verdad es que tenemos un buen equipo, que parte de la base del año pasado y que se reforzó con varios jugadores importantes que nos dieron un plus", argumentó el técnico.