Que el Club Ciclista Ribadumia, en tan solo tres años de vida, se ha convertido en referencia del espíritu que debe impregnar a cualquier colectivo deportivo es algo que está fuera de toda duda. Un ejemplo de ello fue la actividad realizada en los últimos días y que englobó a más de 70 personas de todas las edades peregrinando en bicicleta hasta la Praza do Obradoiro.

La llegada a Compostela fue toda una alegría. | // FDV

La salida se produjo a las ocho y media de la mañana desde Pontearnelas. Mismo lugar desde el que partió por primera vez la actividad hace dos años, pero que no tuvo continuidad en el fatídico 2020. Tampoco se puede pasar por alto el trabajo organizativo previo para no dejar ningún cabo suelto y lograr el óptimo resultado a la conclusión de la jornada fue la mejor recompensa.

Hubo tiempo para el descanso en una fructífera jornada. | // FDV

Entre los más de sesenta peregrinos que partieron desde el kilómetro 0 se encontraban dos pequeños de solo 7 años de edad que culminaron todo el trayecto, Leo Truchado y Daniela Santos. Desde allí partieron hacia Caldas de Reis donde se sumaría el resto de la expedición, muchos de ellos llegados desde Pontevedra. Tras el correspondiente desayuno se tomó rumbo hacia Padrón. Todo ello con el Camino Portugués marcando la hoja de ruta de todas esas decenas de bicicletas de montaña.

Entre los más de sesenta peregrinos que partieron desde el kilómetro 0 se encontraban dos pequeños de solo 7 años de edad que culminaron todo el trayecto, Leo Truchado y Daniela Santos

Del disfrute del trayecto se hizo un privilegio. Las animadas conversaciones fueron una constante en medio de un ritmo que permitía disfrutar de dar pedales sin detenerse a dar cuenta de enclaves destacados ya fuese por lo histórico o por lo paisajístico, pero con el denominador común de su belleza.

El trayecto tuvo pasos por lugares emblemáticos del Camino Portugués como el Puente Romano de Caldas.

Tras recuperar fuerzas a mediodía en Padrón tocaba afrontar el último tramo. Hubo tiempo para la recuperación antes de unirse el último grupo en A Picaraña. Era el de los más pequeños, aquellos que también querían formar parte de la entrada triunfal en el Obradoiro pero después de un recorrido más adecuado a su edad.

Pocos fueron los que no advirtieron de la llegada a Santiago de la expedición del Club Ciclista Ribadumia. En un pelotón obligadamente estirado recorrieron las empedradas calles del casco histórico compostelano hasta poder sentarse a admirar la grandeza de la Catedral. Las fotos y las despedidas pusieron el colofón a una jornada de convivencia que se quedará para siempre en su recuerdo.