La realidad del fútbol autonómico es aquella que obliga a compatibilizar las obligaciones laborales con las deportivas para poder subsistir socialmente. Ahora, en un escenario marcado de manera transversal por la pandemia del coronavirus, todo se ha visto condicionado y en casos como el de Gregorio Santórum doblemente.

Empleado en una empresa de distribución farmacéutica, él ha vivido de manera directa la alarma social y las necesidades de muchas personas y colectivos por aprovisionarse de material higienizante y de desinfección. Reconoce que "desde una semana antes de que se decretase el estado de alarma, ya se veía venir lo que iba a pasar. Tuvimos que multiplicar por mucho el volumen de trabajo. Los pedidos de material eran continuos y el trabajo es un no parar".

El cambio de ritmo derivado de la situación de excepcionalidad obligó también a cambiar el paso en su empresa, pues"nos obligó a aprovisionarnos más de material para poder atender la demanda. Yo estoy en un almacén y nos saltan los pedidos continuamente. Si más tuviéramos más querrían las farmacias".

En cuanto a los productos más demandados, el futbolista del Céltiga responde sin dudar, "nosotros nos damos cuenta rápido de lo que falta. No había demanda grande de mascarillas, guantes, alcoholes y geles hidroalcoholizados, pero ya desde una semana antes de que apareciese el coronavirus ya se intuía que la gente estaba empezando a comprar muchísimo más. Lo que pasó en los supermercados con la alta demanda ya nos pasó antes a nosotros. Todo el mundo quería lo mismo y no se suele estar preparado para una demanda tan repentina y de tanto volumen".

Incluso la situación de necesidad ha repercutido directamente en sus horarios, "los fines de semana estamos viniendo también más de lo habitual. Nosotros también sabemos y somos conscientes de lo complejo de la situación y somos los primeros en arrimar el hombro. Formamos parte de una cadena de productos de primera necesidad".

En su trabajo no se puede aplicar aquello de la casa del herrero y el cuchillo de palo. Las condiciones de seguridad para evitar el contagio se siguen a rajatabla y se ha eliminado todo contacto entre los trabajadores. Incluso a la hora de desarrollar su labor los protocolos de actuación están muy marcados. Apunta el vilagarciano que "en nuestro caso lo del teletrabajo es imposible, pero cuando tenemos que completar un pedido colocamos los productos en unas cubetas que van por unos raíles hasta otra zona del almacén. Todo ello con guantes y siempre respetando el metro y medio de distancia entre los compañeros".

Con más de treinta trabajadores en cada uno de los turnos de trabajo, Gregor Santórum asume que el protocolo se ajusta a la situación, "siendo tantos se multiplica el riesgo. Además cada uno tiene su vida y fuera del trabajo tiene el mismo riesgo de contagiarse que cualquiera porque nosotros no podemos estar confinados en casa. Tenemos que desplazarnos y eso nos obliga a ser todavía más serios con las medidas a tomar. Además la empresa también ha abastecido el almacén de puntos para higienizarse las manos cada media hora y las pautas están muy marcadas".

Tal es la seriedad a la hora de abordar la jornada laboral que ningún detalle queda al azar en materia de seguridad, "todos los días cuando llegamos a trabajar nos toman la temperatura corporal. También implementaron un sistema sin contacto para fichar y contamos con los equipos de protección individual necesarios para desarrollar nuestra labor".

Añade en esta línea el futbolista del club de A Illa que "incluso cuando hay el cambio de turno no podemos cruzarnos con el otro grupo de trabajo. No dejamos de ser una concentración importante de personas y hay que ser muy estricto porque vamos y venimos de la calle".

Volver a jugar al fútbol ya es harina de otro costal, si bien Gregor estaría dispuesto incluso a sacrificar parte del verano para que las competiciones puedan llegar a término, especialmente una Preferente en la que el Céltiga pelea por volver a Tercera División.