Cristina González García (Vilagarcía, 1984) gobernó con mano de hierro el ultrafondo español entre 2008 y 2016. En ese tiempo ganó cuatro veces el campeonato de España de 100 kilómetros, batió cinco récords españoles (uno de ellos el de los seis días, durante los cuales corrió 701 kilómetros, una distancia equivalente a la que separa Vilagarcía de Pamplona), se metió entre las 10 mejores del mundo de 24 horas en 2012, y ganó dos veces los 6 días de Antibes (Francia), una de las carreras con más pedigrí de la ultradistancia europea.

Pero en 2017, la carrera de la arousana sufrió una brusca interrupción. Una fuerte neumonía, primero, y una sucesión interminable de lesiones, después, la apartaron de la competición prácticamente hasta ahora. Fue una larga y dura travesía por el desierto, un pozo del que está saliendo con muchas ganas e ilusión. Hace apenas dos semanas quedó segunda en una carrera de 10 kilómetros en Barbastro (Aragón), en una distancia que no es la suya, y en su calendario ya tiene anotadas en rojo dos citas importantes para diciembre: la maratón de Valencia, que es la más importante de España, y, sobre todo, las 12 horas de Barcelona, donde, si todo sale bien, se podrá ver a la ultrafondista de raza que es Cristina González.

La muerte de la madre

Tras más de un lustro reinando en las carreras de ultradistancia, la vida se le puso cuesta arriba a Cristina González hace apenas tres años, cuando a su madre le detectaron una grave enfermedad. En poco tiempo, murió.

"Yo soy de las que piensan que la salud está muy relacionada con el estado de ánimo. No estar bien, la tristeza me afectaron. Tras la muerte de mi madre empezaron las lesiones", relata la deportista, que está pasando una temporada en Jaca, una población de los Pirineos aragoneses, donde trabaja en una tienda y como fisioterapeuta.

Cristina González estaba entrando en uno de esos baches que tanto temen los deportistas, y que a menudo son un capítulo más de sus vidas. Durante casi dos años, González fue incapaz de entrenar con continuidad. Cada vez que intentaba alzar el vuelo y encadenaba tres o cuatro semanas seguidas de carrera, le sobrevenía una lesión.

Su progresión se cortó de repente. Así, tras haber ganado más de 30 pruebas entre 2008 y 2016, su palmarés quedó vacío prácticamente desde entonces. Pero el tiempo fue cicatrizando las heridas. "Por supuesto que no olvido a mi madre, pero voy mejor. Ahora no estoy compitiendo mucho por el trabajo, pero sí que estoy entrenando".

140 kilómetros semanales

El ultrafondo es una modalidad extraordinariamente dura. Correr 100 kilómetros en ocho horas y catorce minutos, como lo hizo Cristina González en 2014, o más de 220 kilómetros en un solo día (de Vilagarcía a Oporto no llega a los 200), como también figura en el currículo de la arousana, no está al alcance de cualquiera. Como tampoco lo están los entrenamientos que exige esta disciplina.

La vilagarciana, que milita en el Eliocroca murciano, está corriendo ahora una media de entre 120 y 140 kilómetros a la semana. Dos días a la semana sale a correr por la mañana y por la tarde, y sus tiradas largas consisten en sesiones de entre 30 y 40 kilómetros. Solo descansa un día de cada diez o doce.

"Mi forma de entrenar es diferente a la de un corredor de distancias cortas, que necesita mucho descanso para rendir en las sesiones de series. Al correr distancias tan largas, tengo que acostumbrar mi cuerpo a entrenar con cierta fatiga", relata.

Su entrenador de siempre, el atleta internacional Alberto Meléndez, que es también su marido, la ve bien. "Desde hace seis o siete meses está entrenando mucho, aunque haya competido poco por razones de trabajo. Ha entrenado en altura, en la zona de Astún, y no ha tenido recaídas". La semana próxima, la arousana regresará a Valencia, y ella y su preparador empezarán a meditar más los próximos pasos. "Para el año que viene, si todo sale bien, queremos volver a las carreras de 100 kilómetros y de 24 horas", afirma Meléndez. Ella asegura estar "muy ilusionada, después de una racha complicada". "Estoy entrenando, y feliz", añade.

En Vilagarcía, los aficionados al atletismo están ya deseando volver a disfrutar con sus hazañas.