Marcelo Muñiz se convirtió el pasado domingo en el nuevo presidente del Villalonga. Su candidatura fue la única que se presentó a la asamblea del club, en la que participó la mayor parte de la masa social de la entidad y en la que se debatía la búsqueda de un sustituto para Carlos Bouzada, que ha tenido que abandonar la presidencia por cuestiones personales.

El nuevo presidente conoce a la perfección todos los estamentos del club, ya que lleva más de una década como socio y forma parte de la directiva desde hace tres años. Una de las cuestiones que le llevó a dar el paso fue "el amor por esta entidad, y sobre todo, el objetivo de que no volviese a ocurrir lo del pasado año, cuando el club estuvo cerca de desaparecer porque nadie daba el paso para hacerse con sus riendas". Colaborador de Bouzada, el nuevo presidente reconoce que "contaré con su colaboración, ya que tiene previsto seguir ligado a la entidad, pero centrándose en las categorías base". También fueron determinantes a la hora de tomar una decisión otros integrantes de la directiva, que mostraron su compromiso si era Muñiz el que encabezaba el nuevo proyecto.

Muñiz tendrá ahora que afrontar una profunda reestructuración del club, especialmente a nivel deportivo, tras consumarse el descenso a Preferente, tomando decisiones como la continuidad o no del actual entrenador, Luis Oliveira, y en la confección de un plantel competitivo para afrontar la próxima campaña. Ése será el principal objetivo de esta primera semana de trabajo.