El derbi en el que nadie quería ser favorito cayó del lado del mejor clasificado. La estrategia terminó por convertirse en el factor de desequilibrio. Por ahí, en dos córners, llegaron los dos tantos del Arosa después de que ambos equipos desperdiciasen sendos penaltis. para abrir la lata.

Desde el primer momento el partido se jugó con intensidad. En el ida y vuelta que se había iniciado era difícil atisbar un dominador. El Ribadumia no era capaz de someter a partir de la posesión ante un equipo vilagarciano muy bien posicionado y con las ideas mucho más claras de por donde querían que transcurriese el juego.

La primera manifestación hacia las porterías fue una falta sin consecuencias de Camiño desde la frontal. Changui también se hizo notar al salir airoso de una indecisión defensiva y soltar un zurdazo que obligó a lucirse a Jorge Pérez. Esa verticalidad inicial también se cobró la acción del primer penalti de la tarde. Sucedió cuando Fandiño robó un balón a Rodri Silva en el pico del área y el mismo lateral terminó derribando a Rubén en su intento de remate. Camiño ejecutó desde los once metros, pero Javi Sánchez le adivinó la intención.

Ese error sumió al Arosa en una fase de dudas que a punto estuvo de costarle más de un disgusto. Por si fuera poco sucedió un lamentable incidente que aún descentró más a los arlequinados. Megáfono en mano y enfundado en una camiseta arlequinada se aproximó al banquillo de Piscis para proferir insultos y reproches muy graves hacia el entrenador y jugadores lesionados como Vixo y Álex Freire. Directivos del Arosa le recriminaron esa salida de tono y el club se reunirá para decidir algún tipo de medida en contra de este socio a tenor de lo desagradable del hecho.

Desde el césped tampoco llegaban noticias buenas. Alfonso se lesionó tras intentar cortar una acción de contraataque en la que Hugo mandó el balón al larguero en la oportunidad más clara del Ribadumia. La entrada de Carballa obligó a retocar posiciones. Fafú pasó a ocupar el lateral zurdo y Óscar volvió a hacer gala de su polivalencia como zaguero derecho.

El Ribadumia, aunque por medios menos estilistas que de costumbre, siguió poniendo dirección a la portería rival. Un buen servicio de Matos a Hugo no terminó en gol porque el delantero no supo resolver ante la salida prácticamente fuera del área de Jorge Pérez. Precisamente un incisivo Matos fue el que provocó el penalti tras arrebatarle un balón a un Rivas que se entretuvo en el despeje. Changui mandó la pena máxima al poste y ese error, al igual que sucediera antes en el caso del Arosa, sirvió para poner fin a la fase de dominio local.

El balón volvió a rondar el área de Javi Sánchez mientras el Ribadumia seguía sin ser capaz de encontrar el fútbol de los últimas semanas. Cabanyes se volvió a citar con el gol pero su disparo tras un buen servicio de Fafú se fue demasiado cruzado.

Entre tanto cuerpo a cuerpo en la medular fue la estrategia la que abriría las puertas de cara al gol y, en esas el Arosa, se mostró mucho más ducho. Fue en uno de los tres córners de los que dispusieron los de Piscis. De ahí surgiría un perfecto golpeo de Camiño a la cabeza de Rivas que el ayer central mandó al fondo de la red entre una maraña de defensas. Corría el último minuto de la primera parte y el golpe anímico para los locales se vio potenciado en su efecto.

El decorado se había vuelto muy favorable para el triunfo visitante. David Sierra intentó alterar el orden establecido con la entrada Agus, pero nunca encontró la manera de conectar con su delantera. Faltaban pases y elaboración entre las líneas cada vez más juntas de un Arosa que esperaba paciente el momento de volver a cazar a su presa.

Fandiño con un disparo flojo y Eloy, que no decidió bien tras una buena internada en el área, advirtieron de lo que estaba por venir. Fue el 0-2 y nuevamente en un córner botado por Camiño y cabeceado por un central a la red, en este caso Aitor Díaz.

Ya todo se había puesto demasiado cuesta arriba para un Ribadumia incapaz de manejarse en la telaraña defensiva que Piscis implantó en el mediocampo. La entrada de Julio Rey tampoco tuvo el efecto agitador que se esperaba salvo en algún destello.

El Arosa tenía claro que no quería que el partido volviese a adquirir ritmo y no dudó en recurrir a las pérdidas de tiempo, aunque costasen amarillas, para rubricar un triunfo que le vuelve a situar más cerca de la zona noble que del descenso.