Cole Brauer: “Las mujeres son realmente poderosas”

La estadounidense completó la vuelta al mundo en solitario con salida y llegada en A Coruña

La estadounidense Cole Brauer posa sonriente con su trofeo, ayer, en el puerto coruñés.

La estadounidense Cole Brauer posa sonriente con su trofeo, ayer, en el puerto coruñés. / Iago López

María Varela

Eran las siete de la mañana, con la oscuridad más absoluta, y en la punta del dique de Abrigo coruñés un grupo de doce personas, formado por una familia americana, un matrimonio estadounidense, un par de amigos de Gijón y unos pocos espectadores locales, oteaban el horizonte en busca de una vela negra que indicara la primera señal de Cole Brauer en la ciudad herculina. Aún faltaba una hora para la primera luz del día y para que el “First Light” (‘Primera luz’) alcanzara la línea de meta de la Global Solo Challenge como segundo clasificado 131 días después de su partida el pasado 29 de octubre. La regatista estadounidense se convertía en la primera mujer de su país en dar la vuelta al mundo en solitario y sin encalas. Un alegato feminista a las puertas del 8-M.

“Era la única mujer de la prueba y creo que más mujeres deben animarse a participar. He demostrado que es posible comportarse como una mujer, aparentar como una mujer, y seguir siendo competitiva al más alto nivel contra los hombres”, aseguró. “Creo que las mujeres pueden hacer cualquier cosa. Mucha gente me dijo que no podría hacer esto. Y yo no paraba de decir: ‘Sí que puedo’”, afirmó. “Creo que las mujeres son realmente poderosas. Hay una especie de falta de entendimiento cuando se dice que una mujer es poderosa, porque el hombre se pone a la defensiva. No tiene que ser así. Creo que ambos podemos estar al mismo nivel y no tenemos que luchar por el poder, que podemos estar en el mismo escalón”, alegó.

Dos lanchas con los miembros de su equipo y de la organización le acompañaron en buena parte de una noche complicada, con mucho viento y tráfico de entrada en la ciudad, lo que prácticamente no le dejó dormir. Cuando cruzó la meta tuvo tiempo para celebrar con los suyos, plegar velas y entrar a motor en el puerto. En el muelle de Marina Coruña, el comité de bienvenida: familia, amigos, equipo y mucho público con pancartas felicitándola por su gesta, coreando su nombre. Nada más pisar tierra, abrazó a sus padres, David (que la bajó en brazos del barco) y Kim, muy orgullosos, pero todavía más contentos por tenerla en casa.

“Mis padres no son regatistas y no entienden este mundo. Creo que ahora ya han llegado a entender qué es lo que estaba intentando hacer, pero al principio pensaban que estaba loca”, bromeó. “Todos los días estaba en contacto con ellos y hablaba por FaceTime con mi madre, me aseguré de seguir en contacto porque estamos muy unidas. He crecido con mujeres fuertes e independientes en mi vida y cuando pasa eso, necesitas mantenerlas cerca. Es muy importante mantener a tus amigas cerca. Y mi madre es mi amiga”, apuntó en un claro llamamiento a la sororidad. De hecho, colaboró en este viaje con asociaciones que luchan contra el abuso y el acoso sexual en el mundo de la vela.

Otra de las primeras cosas que hizo fue quitarse el gorro elegido para el gran momento de la llegada en el que se podía leer “Wild Feminist” (‘feminista salvaje’, otro alegato), arreglarse el pelo con una pinza y ponerse una chaqueta para la ocasión. Cuando ya estaba lista, un representante del Deportivo le hizo entrega de una camiseta con su nombre. También la saludó el concejal coruñés de Deportes, Manuel Vázquez. El encargado de otorgarle la copa de segunda clasificada, o segunda ganadora como insistió el organizador Marco Nannini, fue precisamente el campeón, el francés Philippe Delamare. Lydia, su jefa de prensa, le dio la último y deseada sorpresa: un ‘capuccino’ –“¿Lo hizo Javi (de Marina Coruña)? ¡Hace los mejores del mundo?”– y ‘croissants’ de una marca de la ciudad.

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