Ciclismo - O Gran Camiño

Oda a Vingegaard

El doble vencedor del Tour logra la segunda victoria en solitario en la ronda gallega y se reafirma como líder de cara a la última etapa, con final en el Aloia

El pelotón, por tierras
ourensanas y Vingegaard, 
entrando en meta
en Ribadavia.
 // Luis Ángel Gómez

El pelotón, por tierras ourensanas y Vingegaard, entrando en meta en Ribadavia. // Luis Ángel Gómez / Sergi López-Egea/redacción

Sergi López-Egea/redacción

Ribadavia, meta de la tercera etapa de O Gran Camiño, era hasta este sábado tierra de pulpo y también la cuna del Ribeiro. Esto hasta que apareció un prodigio danés llamado Jonas Vingegaard vestido con la principal marca gallega, Zara, que por primera vez desde la creación del imperio textil ha decidido patrocinar una prueba deportiva. Surgió como un obús, como un mago sobre la bici, que en vez de hacer juegos de mano, trabaja con sus piernas a un ritmo infernal, yo contra todos y todos contra mí, incapaz de que nadie, por muy bueno que sea, pudiera neutralizarlo.

Si en vez de haber ocurrido en O Gran Camiño y en las carreteras de Ourense el ataque de Vingegaard se hubiese producido en el Tour habría escrito, por sí solo, una página dorada en la legendaria historia de la ronda francesa. Todos contra mí y yo sumando segundos de ventaja. 21 kilómetros para ver una y otra vez en YouTube las próximas semanas; una escapada de mérito que tiene que asustar –en febrero, que nadie lo olvide– al más refinado de sus oponentes y entre ellos a Tadej Pogacar, que todavía no ha iniciado el curso ciclista.

No hay día de entrenamiento para Vingegaard. Le da igual que llueva y haga un frío de mil demonios, como el viernes, o que refresque más de la cuenta camino de Ribadavia, siempre a orillas del Miño. Le da absolutamente igual porque él, como abanderado del ciclismo contemporáneo, no desaprovecha una ocasión sea en Galicia, como ahora, o sea en cualquier otro lugar del planeta. Ganar, ganar y ganar es su lema. Lo hizo el viernes, lo repitió el sábado y seguro que nadie quiere apostar lo contrario hoy domingo, en la última etapa, la reina, de O Gran Camiño.

En la meta de Ribadavia, donde el agua respeta a los aficionados, se cocina el pulpo en grandes ollas y en los bares cercanos a la línea de llegada se degusta el vino de Ribeiro; todo normal si no fuese un sábado diferente, si el pueblo y con ellos los vecinos de los alrededores no se hubiesen volcado con los ciclistas, porque es difícil que vuelvan a tener algo tan espectacular, tan emocionante y tan exquisito como ver levantar los brazos a un doble vencedor del Tour, el máximo aspirante a la victoria el próximo julio, y quién sabe si la suerte y las fuerzas lo acompañan para convertirlo también en el ganador de la Vuelta.

El ataque

“¡Ataca Vingegaard!”, grita en la meta de Ribadavia Juan Mari Guajardo, el narrador por excelencia en las carreras ciclistas españolas como lo fue Daniel Mangueas, que se pasó 40 años animando las llegadas del Tour. Quedan 21 kilómetros de fantasía, Vingegaard contra todos; contra Richard Carapaz, campeón olímpico y vencedor de un Giro de Italia; contra un recuperado Egan Bernal; contra Carlos Rodríguez, frenado por el frío; contra David Gaudu, ahora el mejor de los franceses, y contra todos aquellos que se están formando en el arte del ciclismo.

Vingegaard encara el repecho hacia la meta en Ribadavia.

Vingegaard encara el repecho hacia la meta en Ribadavia. / Luis Ángel Gómez

Se va, y aunque quedan 21 kilómetros y fugados por delante como el catalán David de la Cruz o el aragonés Pablo Castrillo, ya es fácil adivinar el nombre del vencedor de la tercera etapa. Y eso que Castrillo se engancha a su rueda para sentir el contacto de un fuera de serie y hasta para tener el honor de ver cómo Vingegaard le pide relevos. ¡Si pudiera haberlos dado! Ya hizo un milagro al aguantar una decena de kilómetros a la estela del astro danés para demostrar que este joven corredor de Jaca, de 23 años, tiene casta de campeón en las filas de la mejor escuadra para talentosos ciclistas de futuro como es el Kern Pharma, que este año estará en la Vuelta y también en la Volta y la Itzulia.

Castrillo se despega porque Vingegaard va a una velocidad de ráfaga en la bajada y también en los repechos donde tiene prohibido quitar el plato grande; faltaría, que por algo ha ganado dos veces en París. En la meta se escucha un estruendo de tal envergadura que ni los fuegos artificiales de la fiesta mayor. Golpes a la publicidad de las vallas que hacen emocionar hasta a Vingegaard antes de levantar los brazos para ganar su segunda etapa y ser todavía más líder de la ronda gallega. Oda a un campeón ciclista, a un genio de la bici y a un espectáculo bárbaro cada día que actúa sobre su mágica bicicleta.

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La jerarquía de Vingegaard impedía cualquier tipo de rebelión. Pero no quiso Carlos Canal quedarse sin su cuota de protagonismo el día en que un pelotón de lujo atravesaba sus tierras natales con él en su seno. El de Xinzo de Limia lucía ante sus paisanos al llegar el esprint como primero de la veintena de corredores que había perseguido, ciertamente sin desmasiadas esperanzas de alcanzarlo, a Vingegaard. El joven ourensano del Movistar, todo el futuro por delante a sus 22 años, cruzaba la meta de Ribadavia 29 segundos después del campeón danés, ganándose el fervoroso aplauso de los aficionados.

A buen seguro que Canal intentará mostrar nuevamente su maillot en la cuarta y última jornada. O Gran Camiño 2024 concluirá con una etapa reina en la provincia de Pontevedra, un recorrido que arrancará en Ponteareas y tendrá su meta en lo alto del Parque Natural del Monte Aloia, en Tui. El broche de la prueba estará cargado de dureza, espectáculo y desafío, si bien el nombre del ganador parece decidido. Vingegaard dispone de 1:13 de ventaja sobre Bernal y 1:15 sobre Cepeda.

Serán 162,2 kilómetros a través de 17 ayuntamientos con un desnivel positivo de 3.421 metros. El pelotón transitará por los municipios de Ponteareas, Mondariz-Balneario, Mondariz, Pazos de Borbén, Fornelos de Montes, Pontecaldelas, A Lama, Cerdedo-Cotobade, Pontevedra, Vilaboa, Soutomaior, Redondela, Mos, O Porriño, Vigo, Gondomar y Tui.

El espectáculo en esta última jornada de O Gran Camiño promete con pasos por el Alto do Cruceiro do Monte (3ª) y el Alto de San Cosme (2ª), antes de un apoteósico doble paso final por el Monte Aloia, de primera categoría.