Solidaridad

Jorge Egocheaga siembra en el cielo: el montañero ayuda a que niños de Nepal puedan estudiar

El deportista asturiano impulsa una asociación, "Joëlle ayuda", volcada con los jóvenes de una de las zonas más pobres del mundo: "Están aislados"

Jorge Egocheaga, en el Ama Dablam, adonde subió desde el pueblo más cercano, Pamboche.

Jorge Egocheaga, en el Ama Dablam, adonde subió desde el pueblo más cercano, Pamboche. / J. E.

Antonio Lorca

Jorge Egocheaga (Oviedo, 1968) ha aprendido a desdoblarse para alternar sus dos hogares sin que pasar de uno a otro le suponga un "shock" demasiado fuerte. La primavera y el otoño suele estar en Nepal y el resto del año en Oviedo. En el país asiático, donde están algunos de los más legendarios picos de la cordillera del Himalaya, hace lo que más le gusta, escalar. Pero no solo eso. El ovetense trata de ayudar en lo que puede en una zona muy pobre y aislada: lleva medicinas, ropa y hace campos médicos en el valle del Makalu (la quinta montaña más alta del mundo), para que "sepan tratar el agua, curar pequeñas heridas, hacer desinfecciones...". Y desde hace un tiempo impulsa una asociación solidaria, "Joëlle ayuda", que en estos momentos tiene apadrinados a quince niños de esa aislada zona del mundo para que puedan estudiar. "Tengo dos chicas que están estudiando ya en la Universidad, en Katmandú, una acaba este año Enfermería y la otra empezó este año".

Hace unos días, Egocheaga regresó a Asturias, donde pasará el invierno y donde aprovecha para trabajar como médico en su consulta, intentando ahorrar para regresar a la que ya considera como su "primera casa": "Nepal es muy importante para mí, allí se quedó mi mujer (Joëlle Brupbacher, fallecida cuando bajaba tras hacer cumbre en el Makalu), me siento más en casa que aquí; aquí tengo a mi familia, con la que estoy genial, pero allí me siento muy bien".

Egocheaga, uno de los montañeros más reconocidos del país, considera que subir el Manaslu, uno de los 14 "ochomiles" del mundo, no es algo reseñable: "Las cosas que hago no las cuento si creo que no son destacables; por ejemplo, hace dos años estuve en el Manaslu, hice cumbre, pero era algo que ya había hecho, y además lo hice por una ruta normal...". Diferente es lo de este año, ascendiendo a dos cumbres desde el pueblo más cercano y del tirón: "Era algo original, que no se había hecho antes".

El ovetense explica cómo fueron esas dos aventuras: "En septiembre estuve en el Manaslu, que conseguí subir desde el pueblo más cercano, Samagaun, del tirón hasta la cumbre, algo que no se había hecho; y hace un mes estuve en el Ama Dablam, igual, subí desde el pueblo más cercano (Pamboche) hasta la cumbre directo, sin parar. Solo". Era algo que le rondaba la cabeza desde hacía tiempo y que tiene que ver con su infancia en Asturias: "Lo tengo hecho aquí de chaval, ir desde Oviedo a Peña Ubiña, yendo de Oviedo a Tuiza en bici, luego de Tuiza a la cumbre y bajar, y volver en bici, esas cosas así; y me apetecía hacer allí una cosa desde un pueblo habitado, que duermes en un refugio, en una casa, vas hasta la cumbre, un 8.000, o el Ama Dablam, casi un 7.000, y vuelves". En la expedición del Manaslu invirtió 19 horas y en la del Ama Dablam casi 7.

Pero si complicado es lo que hace escalando, no le va a la zaga su proyecto solidario, con el que colaboran otros cuatro asturianos. A ello le dedica íntegramente los beneficios de su libro "Quizás vivir sea esto", que lleva ya once ediciones. "Lo que hacemos es apadrinar niños, les pagamos los estudios, a algunos también la alimentación y el internado a los que tienen que estar internados", explica sobre la labor que hacen. Se trata de niños que crecen en unas condiciones muy difíciles: "Si no los ayudáramos no podrían estudiar, allí la enseñanza pública es muy mala, algunos críos son del valle del Makalu, que es donde murió Joëlle, por eso el nombre de la asociación, y solo tienen la posibilidad de estudiar hasta los 8 ó 10 años, y luego se incorporan a la vida laboral, que allí es muy dura; es portear, llevar peso... Las niñas trabajan en casa y los niños la mayoría son sherpas".

Una vida difícil en "pueblos que están a 5 ó 6 días caminando de la carretera", donde además "hay un problema muy grave de alcoholismo, lo que origina muchas muertes por cáncer de hígado, muchos padres mueren jóvenes y los críos se quedan huérfanos y sin nada", explica el montañero asturiano, que aspira a que pronto puedan "hacer socios" que colaboren porque, hasta el momento, la asociación "subsistía con lo que yo ponía de mi propio bolsillo, y de todo lo que gano del libro, ‘Quizás vivir sea esto’, todo, todo va para allá, el 100%; pero el libro no da para más y mi bolsillo tampoco".

Estos días le toca volver a hacer una vida muy diferente en Oviedo, tratando pacientes muy diferentes, pero tiene sus trucos para aclimatarse rápido: "Antes era más difícil el cambio, pero llevo tantos años haciéndolo que ya no me supone nada; sé gestionar las herramientas mentales para, cuando llego aquí ponerme aquí y cuando voy allí estar allí. El truco es nada más llegar ponerme a trabajar al día siguiente. Es más, la última vez, que fue esta, llegue a las 5 a Oviedo y a las 5.15 fui a la consulta, sin ir para casa ni nada. Es un buen sistema, no das posibilidades de pensar".

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