Atletismo

Sobre Elisa

La propietaria de Bambinos disputará su segunda La 21 Santander y participará en el maratón de Valencia tres años después del diagnóstico de artritis reumatoide que creyó que la condenaba a una vida de inactividad

Elisa, en Baiona, completando por su cuenta el trazado de la Vig-Bay.

Elisa, en Baiona, completando por su cuenta el trazado de la Vig-Bay. / Cedida

Armando Álvarez

Armando Álvarez

“Dios mío, ¿cómo va a ser mi vida a partir de ahora?”. Elisa Lodeiro retiene ese preciso pensamiento, pese al tiempo transcurrido. Sucedió en noviembre de 2020. A su espalda se había cerrado la puerta de la consulta. La sintió como una guillotina tronzándole los 41 años. Acababan de diagnosticarle artritis reumatoide. Una condena perpetua al sufrimiento, la desgana y la dependencia, según le habían descrito.La enfermedad, efectivamente, la acompañará por siempre. El deporte, sin embargo, la ha rescatado de aquella angustia inicial. Le ha aliviado los síntomas y le ha proporcionado motivación. Este domingo disputará su segunda Media Maratón de Vigo. En diciembre planea estrenarse en el maratón, en Valencia. Elisa corre doblemente contra ella misma; como cualquier atleta que explora sus fronteras y por esa rebelión de su sistema inmunitario, que confunde sus tejidos propios como ajenos. “La mente es más fuerte”, proclama, imponiéndose sobre sí.

Cuando acudió a aquel médico, Elisa llevaba cinco meses preguntándose: “¿Qué me pasa?”. Aquel dolor que al principio creyó pasajero se había convertido en intenso y constante en manos, rodillas, tobillos... Y con una languidez que era incapaz de sacudirse. “Es como si alguien apretase el botón de la energía y te apagase. Tu mente te dice que tienes que moverte, pero tu cuerpo no te sigue”.

Arrancó su peregrinación por especialistas y laboratorios, imaginándose mil sentencias diferentes. “Te hacen un montón de pruebas neurológicas”, resume. Hasta que la derivaron al reumatólogo para el dictamen final: artritis reumatoide. Un trastorno autoinmunitario que mayormente causa inflamación en las articulaciones y que deriva en erosión ósea y deformidad en los casos más graves. También puede afectar a piel, ojos, pulmones, corazón y vasos sanguíneos.

–Es una enfermedad crónica. Te va a durar toda la vida –le anticiparon.

“Yo no tenía ni idea. Pensaba que era cosa de gente mayor”, reconoce Elisa. “En el hospital te dicen que también será duro para tus familiares. Recomiendan que te anotes en una asociación de enfermos. Y tampoco mucho más. Te dejan con tu diagnóstico y teniendo 40 años, pero sintiéndote en un cuerpo de 80”.

Duro tratamiento

El tratamiento, aunque contiene y palía, presenta sus propios efectos secundarios. Consiste en la ingestión diaria de cortisona y semanal de un inmunosupresor. “Te mata las defensas y te deja hecha un asco, como una quimio en pastillas”, describe. “Durante un añito seguí encontrándome mal”. Propietaria de Bambinos, la cadena de artículos de puericultura, Elisa se suele mover por las tiendas de Vigo, Ourense, Pontevedra y Santiago. “Apenas podía trabajar. Me planteé pedir la baja o alguna incapacidad”, confiesa. “Un desastre. Soy una persona superautónoma. No podía conducir, no podía caminar...”.

En la Carrera contra el Cáncer de 2022, su debut.

En la Carrera contra el Cáncer de 2022, su debut. / Cedida

Elisa indagó opciones. Pidió consejo a través de las redes sociales a su comunidad de clientes. Uno le proporcionó el contacto de María Real Capell, nutricionista especializada en enfermedades autoinmunes. “Es mi ángel de la guarda”, califica. “Aparte de cambiarme la dieta, me recomendó hacer deporte”. Se resistió a la propuesta.

–¿Cómo voy a hacer deporte si no puedo mantenerme en pie?

Además de sobrarle malestar, a Elisa le faltaba costumbre. “Nunca había hecho deporte. Nada de nada. No me gustaba sudar”, bromea. “Pero soy muy buena paciente, así que empecé a salir a caminar todos los días. Al principio daba la vuelta a la manzana”. Iría alargando las distancias. Cuatro meses después, Real le añadió que fortaleciese la musculatura, practicando ejercicios de fuerza. Se anotó en la plataforma entrenavirtual.es. Probó “un montón de clases, boxeo, crossfit...”. Descubrió que “para la inflamación, en general, viene muy bien. Todos los días realizo abdominales, flexiones, pesas; de 20 a 40 minutos según el tiempo que pueda sacar”.

En la 15k do Atlántico.

En la 15k do Atlántico. / Cedida

“Y un día me dije: voy a correr”, culmina. Fue el 16 de junio de 2022. “Lo había intentado previamente, pero no estaba preparada y con los brotes de artritis se me hacía imposible. Pero todo el mundo me animaba”. Especialmente Daniel, su hermano, aficionado al running. La idea de competir en pruebas populares surgió al poco con naturalidad, en los entrenamientos fraternales. Elisa se fijó en la Carrera contra el Cáncer, de mediados de octubre.

–Venga, nos anotamos –espoleó a Daniel.

–A la de 5 kilómetros –dijo él.

–Ya corro 5 kilómetros a diario. Hacemos 10.

El entusiasmo del debut la animó a inscribirse seguidamente en la Carrera Solidaria ‘Eu Móvome’ por la Esclerosis Múltiple, el 29 de ese mismo octubre. Las sensaciones no fueron tan positivas. Daniel no le permitió el desaliento.

–Si quieres quitarte la espinita, tienes La21. Aunque puedes hacer 10 kilómetros.

–Si puedo 10, puedo 21.

Y así, el 6 de noviembre de 2022, apenas 143 días después de haber dado aquella zancada seminal, Elisa completaba su primer medio maratón. La lluvia había concedido una tregua aquella mañana. La temperatura resultó agradable. Elisa salió de O Vao, una más entre 1.300 atletas. Recorrió el frente marítimo, atravesó los túneles de Beiramar y cruzó la meta de As Avenidas en 2 horas y 7 minutos. “Al día siguiente lloraba como una enana. Verme que no podía caminar y de repente correr 21 kilómetros fue muy emocionante para mí”, confiesa.

Tras ganar la Milla de Porriño en su categoría.

Tras ganar la Milla de Porriño en su categoría. / Cedida

Ya nunca se ha detenido e incluso ha comenzo a buscar retos en otras geografías. El 29 de enero pasado disputó el Medio Maratón de Sevilla, rebajando su marca personal a 1 hora y 48 minutos. La Vig-Bay debía convertirse en su tercera incursión en la distancia el 26 de marzo. La buena forma le permite semejante regularidad. “Tengo las piernas fortísimas. Nunca me he lesionado”, se ufana. Son otros los obstáculos. Dos días antes de tomar la salida enfermó; en esta ocasión, una contaminación relacionada con su celiaquía la llevó al hospital.

Elisa no se resignó. El 6 de abril, Jueves Santo, ya restablecida, pidió a su marido que cogiese la camiseta conmemorativa de la Vig-Bay y la esperase en Baiona con el coche. Ella partió desde Samil, siguiendo sola el exacto recorrido por la costa, hasta alzar los brazos en la Avenida Elduayen con la misma euforia que los demás inscritos diez días antes.

–Y ahora dame mi camiseta. Me la merezco.

Un solo abandono

Ha ido intercalando los recorridos largos con alternativas como la Milla Porriñesa, que ganó en su categoría. Su currículo solo presenta una tacha. Se retiró en la última Carrera contra el Cáncer, el pasado 15 de octubre. La meteorología la lastró. La humedad incrementa la inflamación de las articulaciones y le dificulta la respiración: “Lo estaba pasando mal por la lluvia. Es la primera vez que abandono. Llegué a casa y me arrepentí bastante”.

Una flaqueza puntual y comprensible, en todo caso, que no ha alterado su programación. Participará en la 25ª edición de La 21 Santander-Media Maratón de Vigo, este domingo, aunque se anuncie temporal. Le servirá como aperitivo de ese Maratón de Valencia del 3 de diciembre, en el que se ha anotado. “Me da mucho miedo. Llevo todo el año probando zapatillas que sean aptas para protegerme”, detalla Elisa. La cabeza le susurra si “será un propósito demasiado alto”, pero enseguida combate la tentación de renunciar. “La enfermedad trajo consigo la constancia. ¿Por qué no voy a ser capaz de hacer esta maratón?”.

Porque a Elisa la alimenta una pulsión que descubre si le preguntan:

–¿Te gusta correr?

–Me encanta porque no me gusta nada. Es lo único que me lleva al límite.

“Siempre hay un momento en que me pregunto qué hago aquí corriendo, si no puedo. Pero sí se puede”, argumenta. Elisa galopa doblemente contra sí. Pero también por un objetivo que la trasciende: “Hay muchísima gente que estará pasando por lo que pasé yo hace tres años, cuando me dieron el diagnóstico. Quiero demostrar que con el deporte se puede llegar a tener calidad de vida”.

En la Carrera de la Mujer en A Coruña con Mar, una enferma de artritis reumatoide que le agradeció que visibilizase la dolencia.

En la Carrera de la Mujer en A Coruña con Mar, una enferma de artritis reumatoide que le agradeció que visibilizase la dolencia. / Cedida

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Elisa posee una silla de paseo especial para correr con sus sobrinos, de seis meses y cuatro años –con ruedas grandes, se ajustan altura y centro de gravedad; su modelo específico se puede empujar, arrastrar y acoplar a una bicicleta–. Ya que en La21 participará sola, decidió prestarla a través de Instagram. “La lie un poco”, admite. “Todo el mundo empezó a pedir la silla”. David Suárez, CEO de Diesemm, organizador de La21, inquirió a Elisa por la disponibilidad de más ‘sillas runner’. En Bambinos trabajan con la marca sueca Thule y la alemana Cybex. Ella intermedió. Entre ambas se han comprometido a ceder catorce. El inclemente pronóstico meteorológico ha obstaculizado la iniciativa. Posiblemente solo un par de familias se decidan este domingo. Elisa y Suárez están planeando un entrenamiento específico a comienzos de 2024 para promocionar “el deporte con los más peques”.