Guerra en Ucrania

Nadie cree a Yelena Isinbayeva: ¿traición a Putin o lavado de imagen internacional?

La expertiguista rusa repudia sus distinciones militares sin llamar a la paz, entre sospechas de que solo busca ser aceptada por el COI

Yelena Isinbayeva y Vladimir Putin, en una imagen de archivo.

Yelena Isinbayeva y Vladimir Putin, en una imagen de archivo. / EFE

Sergio R. Viñas

¿Es Yelena Isinbayeva una traidora a Vladimir Putin? ¿Es en realidad una pacifista que rechaza la guerra de Ucrania, pero que no se atreve a decirlo? ¿Mantiene intacto su apoyo personal a Putin y es todo una campaña de lavado de imagen internacional para que recupere sus labores en el Comité Olímpico Internacional? El misterio envuelve a una de las mejores pertiguistas de todos los tiempos, ahora recluida en Tenerife con su marido y sus dos hijos, mientras la invasión rusa en Ucrania continúa tan viva como el primer día.

Pero comencemos por el principio. El 22 de julio de 2005, en Londres, Isinbayeva derribó una de esas barreras que se creían impensables en el atletismo. Agarró su pértiga, se impulsó sobre ella y su cuerpo pasó por encima del listón de cinco metros que había pedido que le colocaran. Un nuevo récord mundial, el 12º de los 17 que acabó logrando en su carrera, para una prueba cuya plusmarca se situaba en 4,60 apenas cinco años antes.

Yelena Isinbayeva durante una prueba de salto de pértiga, en 2013.

Yelena Isinbayeva durante una prueba de salto de pértiga, en 2013. / AFP

Isinbayeva era ya, y por siempre desde entonces, una estrella del deporte mundial, una de las mejores atletas de todos los tiempos. También una tentación propagandística demasiado grande como para que un maestro de la materia como Vladimir Putin la pasara por alto. Aquella muchacha nacida en Volvogrado, gimnasta en sus inicios, rostro y hazañas conocidas por todo el planeta, debía servir a la gloria patriótica de su Rusia. Sin opción a réplica por su parte.

Las condecoraciones de Isinbayeva

En paralelo a sus medallas y las condecoraciones deportivas que fue recibiendo (dos Laureus y el Príncipe de Asturias de 2009 incluidos), fue recibiendo reconocimientos y cargos de carácter político en su país. Forma parte del Consejo de Putin para el desarrollo de la cultura y el deporte en el país y fue una de las personas designadas para participar en el proceso de reforma de la Constitución de la Federación Rusa. También formó parte de la campaña presidencial de Putin en 2018, año de su última reelección.

Lo llamativo, no obstante, es su presunta inmersión en la carrera militar del país. Isinbayeva forma parte del CSKA, el club polideportivo propiedad del ejécito durante la dictadura comunista y todavía hoy con importantes lazos con las Fuerzas Armadas del país. Regresó al club, aún en activo, en el año 2015, cuando firmó un contrato, según se publicó en la prensa rusa y ahora ella desmiente (llegaremos a eso) recibiendo el cargo de mayor del ejército que sigue, en teoría, ostentando en la actualidad.

Esa presunta carrera militar entró severamente en conflicto con su carrera en los despachos deportivos internacionales, tras la sanción en 2017 al Comité Olímpico de Rusia por las prácticas de dopaje de Estado a las que recurrió durante años. Antes, ya se había quedado fuera de los Juegos Olímpicos de Río 2016 como consecuencia de las sanciones impuestas al atletismo de su país.

Miembro de la comisión de atletas del COI

Todo ello no impidió que fuera elegida por otros deportistas como miembros de la comisión de atletas en 2016, un cargo para ocho años y que, por tanto, no expirará hasta pasada la cita olímpica del próximo verano en París. El COI llegó a suspender provisionalmente a Isinbayeva por la guerra de Ucrania, pero su comisión de Ética determinó que en realidad no está a sueldo del ejército ruso (pese a su cargo militar), por lo que en septiembre reanudará sus actividades con el COI.

Isinbayeva con una bandera de Rusia tras una competición.

Isinbayeva con una bandera de Rusia tras una competición. / Reuters

Toda esta suma de circunstancias hizo que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, la sancionara hace unos meses durante 50 años sin poder entrar en el país invadido, al igual que a otros tres miembros rusos del COI. Una sanción que también se extiende a los bienes que pueda poseer en el país, aunque no consta que Isinbayeva cuente con alguna propiedad en suelo ucraniano.

Isinbayeva reside ahora en Tenerife

Y aunque todos los hechos e indicios la sitúan del lado de Putin y de los invasores rusos, los recientes acontecimientos invitan a la duda. Hace unos días se conoció que la exatleta se ha mudado a Arona, en Tenerife, junto a su marido e hijos, entrando en la isla el 30 de mayo. Un movimiento llamativo para alguien como ella en una situación de tensión internacional como la que ha provocado Rusia.

Para tratar de poner luz en el asunto, la propia Isinbayeva realizó un comunicado, redactado en español, en su cuenta oficial de Instagram. En él se define como "ciudadano [sic] del mundo" y remarca que los títulos militares "de los que habla hoy tienen un carácter nominativo ya que ni estoy ni nunca he estado en las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa. Así mismo [sic], nunca he sido diputada de la Duma Estatal (Parlamento ruso) o miembro de ningún partido".

Pese a la aparente contundencia de sus palabras, Isinbayeva no aprovechó el post para hacer consideración alguna acerca de la invasión rusa a Ucrania, por descontado tampoco para condenarla. Ni la guerra en sí, ni al régimen de Putin de quien tantas condecoraciones recibió. Omisiones que provocan que desde Ucrania se mire con desconfianza esta presunta y tímida reconversión de la exatleta. Algunos medios reflejan que se definió como "una persona de paz", pero esa expresión no aparece en sus publicaciones en redes, tampoco en las versiones en ruso (VK) e inglés (Facebook).

Repudiada en su Rusia natal

Donde sí lo han visto claro es en Rusia. Primero, Serguéi Malékov, presidente de Daguestán, una de las regiones en forma de república que conforman Rusia, anunció hace unos días que ha decidido retirar el nombre de Isinbayeva de un estadio de atletismo. "Que nombren un pabellón en España en honor a ella", argumentó con evidente despecho.

Posteriormente, quien mostró su reprobación a la exdeportista fue el ministro de Deportes de Putin, Oleg Matitsin: "Es inaceptable valorar así el rango militar, la posición civil y los eventos en marcha en su país natal. Cada persona que ama su país reaccionará, sin lugar a dudas, negativamente ante esas declaraciones".

En Rusia ahora la rechazan y en Ucrania no la creen. Públicamente, no apoya la guerra, pero tampoco la rechaza. No consta que haya renunciado a esos títulos "nominativos" de los que habla. Y lo único cierto es, tras superar con éxito la investigación ética del COI, retomará en las próximas semanas su actividad en el olimpismo mundial, lo que siembra dudas sobre si su viraje es o no por mero interés profesional. El equilibrio que mantiene parece imposible. Pero también lo era saltar cinco metros con una pértiga y...