Tenis

El día en el que Carlos Alcaraz reventó el ‘statu quo’ del tenis mundial

El número uno superó por primera vez a uno de los 'totems' de su deporte en una final de Grand Slam y legitimó con su segundo 'major' su reinado 

REUTERS/TOBY MELVILLE

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Daniel Gómez Alonso

Quinto set de una final, otra en Wimbledon, para la historia. Rompe Carlos Alcaraz el servicio de Novak Djokovic recién iniciado el parcial y se lleva el dedo a la oreja, en un gesto típico del serbio, que al otro lado revienta una raqueta contra el poste que sostiene la red. 16 años separan a los que, sin duda, son a día de hoy los dos mejores jugadores del mundo, la mayor diferencia de edad en una final de Grand Slam desde 1974. Y por momentos, el más experimentado, el que mejor da la sensación de convivir con la tensión del momento, parece el que acaba de dejar atrás la adolescencia.

Era, a priori, un (casi) imposible para el murciano. Enfrente estaba el tenista más laureado de la historia, lo que en el mundo de los videojuegos se conoce como el ‘final boss’. El monstruo, un animal “hambriento” defendiendo su supremacía, y por extensión la del Big Three tras la retirada definitiva de Roger Federer y la temporal de Rafael Nadal. En el jardín de su casa, la pista central de Wimbledon, donde no había perdido ni un partido en los últimos diez años, donde podía igualar los ochos títulos del suizo y los 24 grandes de Margaret Court.

Y lo era, aún más, tras un primer parcial en el que un Nole de acero había pasado por encima del tenista murciano. 6-1, y un precedente que asustaba. Porque siempre que el serbio ganó el set inicial en Wimbledon (77 veces hasta este domingo) se había llevado el gato al agua en Londres. Y lo era, todavía más si cabe, cuando ambos tenistas llegaron a la muerte súbita en el tercer parcial. El momento clave del choque se jugaba en territorio Djokovic, en una suerte donde el balcánico se había llevado los últimos 15 disputados en un Grand Slam y donde llegó a contar con una bola de set que podía haber decantado el partido. Palabras mayores.

Frente al recuerdo de París

A todo ello se enfrentó, Alcaraz, uno de esos deportistas que, tirando de tópicos, no conoce de imposibles. A eso, y al recuerdo, reciente, de los nervios y la tensión que le agazaparon, según él mismo reconoció, cuando hace solo 37 días, también ante Nole y en un escenario similar como eran las semifinales de Roland Garros, tuvo que retirarse tras sufrir un episodio de calambres.

Carlos Alcaraz.

Carlos Alcaraz. / REUTERS

Estaba Alcaraz, llegados a este punto, la última pantalla del videojuego, la que da fin a la historia, la más difícil, con todo en contra. A una bola del 2-0 en contra en el tie-break, por el título del torneo más prestigioso del mundo del tenis, por el número uno y por algo más que todo eso. El relevo generacional, ansiado y deseado, tenía un nombre pero le faltaba una fecha, y el murciano, como en todo lo demostrado hasta ahora en su carrera, tuvo prisa por fijarla.

16 de junio del 2023. El día en el que Alcaraz, precoz como pocos y descarado como ninguno, legitimó todo lo construido hasta ahora en su disrruptora carrera y dio inicio, ahora sí, a su era. En Wimbledon, ante el serbio en cinco sets, y a la primera final que jugaba, algo que no ocurría desde que lo consiguió Federer en 2024.

Porque hasta ahora, y a pesar de que ya contaba con un US Open, cuatro Masters 1.000 y era el más joven de la historia en alcanzar el número uno, no lo sentía así. Porque se trataba de un botín desmesurado para sus 20 años pero que, en su cabeza, tenía un ‘pero’. 

A la primera como Federer

La mayoría de esos triunfos habían llegado sin Djokovic en liza, apartado en varios torneos por sus líos con la vacuna del coronavirus. Un factor incontrolable para el murciano, pero que repicaba en su cabeza, sabedor de que contaba con todas las herramientas para hacerle daño y obsesionado con el momento de medirse cara a cara con él.

Carlos Alcaraz, en la final del Wimbledon.

Carlos Alcaraz, en la final del Wimbledon.

"Ganar Wimbledon de la manera en que lo he hecho y a una de las leyendas de nuestro deporte... Es lo que sueño, por lo que trabajo y lucho, es por lo que creo en mi mismo. Pensaba que podía ganarle, que estoy para imponerme a los mejores, y hoy lo he demostrado", aseguró tras el choque, antes de rendir honores al rey derrocado.

"Novak es un jugador increíble, que me ha inspirado mucho. Llevo viendole ganar desde que nací, es increíble poder jugar aquí contra ti", dijo el número uno, que asumió con deportividad la derrota. "Hoy he perdido contra un jugador mejor", reconoció el serbio, que se quedó a las puertas de alcanzar a Federer como el juegador con más títulos de Wimbledon y a sus 36 años deberá buscar la forma de frenar a un filón que amenaza con tiranizar el circuito la próxima década.

Repite torneo tras torneo Alcaraz, poco dado a esconder su inabarcable ambición, que si juega a su nivel pocos pueden hacerle frente. Lejos de ser un farol, su pensamiento refleja en buena medida lo que pasa en cada uno de sus partidos. Gane, la mayoría de ellos, o pierda, él es el que manda. Y si lo demuestra hasta con Djokovic, parece complicado imaginar hasta donde llevará su tenis. Porque ahora, una vez superada la última pantalla, el monstruo es él.