El teléfono de Karim sonó y al otro lado apareció la voz de uno de sus hermanos: “Tienes que venir a casa rápido”. Pero Benzema, que estaba con sus amigos, no hizo mucho caso: “Ando con los chicos. No tengo tiempo ahora, iré más tarde”. Entonces el delantero escuchó algo que nunca habría pensado: “¡Tienes que venir ya! Florentino está aquí. En casa, en el salón”. Karim cogió su coche y partió raudo a casa mientras pensaba: “El hombre que ha fichado a Zizou, a Ronaldo, a los Galácticos... está en mi salón esperándome”. No se lo terminaba de creer, pero al abrir la puerta allí estaba Florentino. Casi ni hablaron, se dieron la mano y lo demás es historia.

Trece años después Karim Benzema ha recogido el Balón de Oro completando así la mutación deslumbrante de un unicornio del fútbol que ha sumado a su elegancia innata el instinto asesino de un sicario del área. El Nureyev de los goleadores. El francés, introvertido hasta límites inquietantes en su primera etapa, aquella en la que Mourinho le comparó despectivamente con un gato cuando necesitaba un perro de caza, es hoy un tigre de Bengala.

No solo ha sumado ese colmillo a su sofisticación, Ha madurado hasta convertirse en referente y capitán del Madrid más increíble de todos los tiempos. El que ganó la Champions más impensada de la historia y acumula cinco Copas de Europa de las últimas nueve.

Karim debería subir a recoger el Balón de Oro con la mano vendada. El síntoma más reconocible de su transformación. El 13 de enero de 2019, en un partido ante el Betis, el francés se retiró lesionado en la mano tras un encontronazo con Bartra. Las pruebas revelaron una rotura y se le recomendó pasar por el quirófano, pero el delantero optó por evitar la operación y prefirió vendarse aparatosamente la mano para no perderse partidos y dejar al equipo huérfano de referentes en ataque. Cristiano había salido y Solari no tenía otra figura arriba. Finalmente Benzema se operó el dedo al acabar la temporada, pero el resultado no fue el esperado y el francés terminó recuperando su aparatoso vendaje durante la pandemia. Le han recomendado volver a operarse, pero eso conllevaría perderse dos meses de temporada y Karim ha vuelto a priorizar su ayuda al equipo, al tiempo que su vendaje se ha convertido en un icono del madridismo, como la silla de Alaba o aquella rodillera de Chendo.

Poco tiene que ver este Benzema con aquel joven que llegó de Lyon. Ha dejado atrás sus compañías excesivas, aquellos líos con los coches, los paseos con Rihanna... Hoy Karim está centrado en disfrutar de sus hijos Ibrahim y Melà. Ha cambiado sus hábitos de vida convirtiéndose en un estajanovista que esculpe su cuerpo en el gimnasio y con una alimentación que ha cambiado con la ayuda del chef Alberto Mastromatteo. Karim se nutre de una dieta personalizada que le ha hecho perder casi diez kilos en la que se mezclan microalgas, pastas o tartar de atún.

Hoy sucede a Zinedine Zidane, el hombre que más ha creído en él como futbolista, en la lista de ganadores franceses del prestigioso Balón de Oro que entrega France Football. En el salón de casa de los Benzema, que ya no es aquel que visitó Florentino en el conflictivo barrio de Bron, a las afueras de Lyon, reina la felicidad. Gressy, Sabri, Nafissa, Faryd, Lydia, Sofia, Celia y Leticia, sus siete hermanos verán cumplir al pequeño ‘Coco’ un sueño.