La figura del árbitro suele considerarse, desgraciadamente, como la del villano. El ejemplo más reciente, el de hace unos días en Asturias, cuando un colegiado recibió una brutal agresión por parte de un futbolista. En contadas ocasiones, sobre todo en el fútbol regional, juez y jugadores llegan a un punto de cortesía más allá de lo estrictamente profesional. Ni qué decir de los improperios llegados desde la barra libre del graderío. El caso de Adrián Rodríguez Pacio es diferente: este árbitro monfortino regala dulces a los querubes del fútbol base generando un ambiente de deportividad, incluso entre los padres, difícil de presenciar en la actualidad.
