“Somos lobos, somos Hispanos” Así se ha autodefinido la selección española de balonmano, que inicia esta misma tarde su andadura en el Europeo de Hungría y Eslovaquia con un doble objetivo. El primero, revalidar la corona por tercer año consecutivo, algo que solo consiguió Suecia, y alargar así la leyenda de una selección más valorada fuera que dentro de nuestras fronteras. El segundo y más importante, asentar las bases del futuro e intentar que el cambio generacional no aleje al grupo de su idilio con los metales. Antes de las últimas medallas de oro España logró la plata en 2016 y el bronce en 2014.

Y aunque parece difícil repetir o igualar a una generación que se ha colgado ocho medallas en diez años, Jordi Ribera tiene claro que la respuesta está en casa. Ante las ausencias de los Dujshebaev por problemas físicos y el paso al lado de veteranos como Raúl Entrerríos, Virán Morros, Dani Sarmiento, Julen Aginagalde y compañía, el seleccionador ha mirado hacía la cantera. Y ha encontrado a sus hombres en una ASOBAL que tirita ante la precariedad económica y la fuga de talentos. Pese a ello, siete de los diecinueve seleccionados juegan en España. Cinco de ellos se estrenan con la elástica de la selección. Chema Márquez, Iñaki Peciña, Ian Tarrafeta, Agustín Casado y Kauldi Odriozola son las caras nuevas de los Hispanos. De sus manos e ilusión saldrá el porvenir de España, que se estrena frente la República Checa (18.00h, Teledeporte) en una fase de grupos en la que también se verá las caras ante Suecia y Bosnia. Para acceder a la ‘Main Round’, donde ya estarán selecciones de primer nivel, deberá finalizar el grupo entre las dos primeras clasificadas. Además, todos los equipos arrastran los puntos conseguidos en esta fase, por lo que cada encuentro cuenta y mucho.

Son nuevos pero saben lo que significa la palabra Hispanos. “Después de vernos todos los Mundiales y Europeos desde casa, estar aquí dentro es algo único e irrepetible”, analiza Odriozola. Márquez hace hincapié en la leyenda: “Todo jugador trabaja duro para algún día llegar a disfrutar de algo así, es un orgullo entrar en una selección con tanta historia, medallas y jugadores increíbles”.

Idolatran a sus compañeros, pero ellos no son menos. Porque forman parte de una hornada histórica. Casi cinco años después, cuatro jugadores de la generación de 1996-97 se vuelven a juntar para repetir la hazaña. Entonces, se coronaron campeones del mundo júnior. Ahora llegan para pelear con los mayores y decirle a Europa que España no se detiene.

Porque la selección ha pasado del último gran baile en Tokio al primero de muchos en Eslovaquia. Pero su esencia sigue siendo la misma. Llegan Ian, Odriozola, Peciña y compañía. Y siguen Gurbindo, Cañellas y Guardiola. Pues Ribera ha querido trazar un cambio suave en el que pudiera mezclar lo mejor de la juventud con la sabiduría de quien lo ha ganado todo.

Por eso, le sigue dando cuerda a esos viejos rockeros que tantos éxitos le han dado. A su apuesta personal del año pasado, Antonio García. A un Hispano dolido como Joan Cañellas, que se perdió los pasados JJOO por una lesión de última hora. Y una de las mejores porterías del planeta. Bajo palos continúan Gonzalo Pérez de Vargas y el cangués Rodrigo Corrales. Incluso llama a la puerta Sergey Hernández, heredero de una de las posiciones más bien cubiertas de la selección a lo largo de toda su historia.

Son el cóctel perfecto y en el torneo de preparación han demostrado estar perfectamente capacitados para asustar al viejo continente. Allí, como cada año, batallarán frente a selecciones contrastadas . La Francia de Karabatic y del azulgrana Dika Mem. O la Dinamarca de Mikkel Hansen. Todas ellas asustan y presumen de líderes mediáticos y eficaces. También será difícil superar a otras con menos nombre pero que gozan de plantillas llenas de jugadores de élite. Sander Sagosen, considerado por muchos como el mejor jugador del planeta, liderará a la potente Noruega, mientras que Hungría contará con el apoyo de las 20.000 personas que abarrotarán el moderno pabellón de Budapest.

Pero España, como siempre, calla y se centra en el grupo. Porque hay relevo de nombres pero no de esencia. “Lo que nunca hemos hecho en la selección es ir con miedo. Está claro que el equipo necesita tiempo, pero lo veo con opciones de llevarse el Europeo»” dicta el seleccionador. Su confianza es la de toda una selección que quiere, de nuevo, desafiar a la historia y terminar enero con otro metal.

La mayoría de edad de Nacho Moyano

En paralelo a su liderazgo en la extraordinaria temporada que está completando el Frigoríficos del Morrazo en la Liga Sacyr Asobal, Nacho Moyano continúa quemando etapas en su otra faceta como técnico en las selecciones españolas de balonmano. El salto más grande lo ha dado en esta última concentración, al incorporarse al equipo técnico de Jordi Ribera para preparar los encuentros amistosos ante Irán y Polonia, e incluso para ir perfilando el trabajo de scouting de cara al Campeonato de Europa que comienza esta tarde. “Es la ilusión de la vida de cualquier entrenador. Es la hostia y evidentemente es muy distinto a estar con los chavales que con los jugadores de la absoluta, con un foco mediático y una responsabilidad diferentes”, resume el preparador madrileño, de 34 años de edad, que ha regresado esta semana para dirigir nuevamente al Cangas. Con diez años de experiencia trabajando con la base en concentraciones y después de estar los últimos tres en el organigrama técnico del equipo júnior, a Moyano le llegó la llamada de la absoluta de forma inesperada, debido a la baja por Covid de César Montes. Su recorrido en categorías inferiores le permitía conocer de primera mano a varios de los integrantes del renovado equipo nacional. “He coincidido con Ian, Kauldi, Aitor Ariño o Aleix y tengo bastante relación con ellos. Pero también fue todo rodado con los veteranos”, relata. Dentro de este último grupo hubo un jugador con el que compartió más tiempo. Conocer su nombre no requiere de unas especiales habilidades adivinatorias. “Con Rodrigo Corrales fue muy fácil. De hecho varias noches venía a hablar con nosotros del Cangas, porque él lo sigue mucho y está al tanto de todo lo que concierne al equipo”, manifiesta. Por lo demás, el trabajo desempeñado a las órdenes de Jordi Ribera no difirió en exceso del que ya realizaba con Rodrigo Reñones en el equipo júnior. “Las tareas son similares. Jordi lleva el peso de la sesión y tú colaboras en todo lo que puedas”, afirma. Además, también le tocó un trabajo de análisis “de los rivales que teníamos el fin de semana” e incluso de los de la primera fase del Europeo, “porque hay que ir adelantando trabajo”. El técnico del conjunto cangués, por tanto, también ha puesto su granito de arena para sentar las bases del asalto de la selección española al que sería su tercer título europeo de forma consecutiva.