El presidente del Club Voleibol Vigo, Guillermo Touza, acude a Extranjería. Tiene que gestionar el visado del colombiano Marlon Mendoza. Eran trámites rutinarios para Touza en los noventa, cuando debía inscribir jugadores como el portorriqueño Gaspar o el argelino Bernaoui. Tiempos muy lejanos. Hace ya años que apenas ficha profesionales. “He perdido el ritmo”, bromea. En la cola se encuentra a Carlos Álvarez, el presidente del Celta Zorka Recalvi, con sus propias gestiones; para Álvarez, sí habituales.

–Yo nunca había venido a estas oficinas –le confiesa Touza.

La escena retrata la etapa austera que atraviesa el Vigo, ya cumplidos los 50 años de existencia, y a la vez la especial situación a la que se enfrenta esta temporada. Aunque descendido en la cancha en marzo pasado, ha conservado plaza en la Superliga 2 gracias a las vacantes. Un alivio para un club que llegó a ser el más veterano en la máxima categoría. Sin patrocinador desde 2011, el Vigo se ha sustentado sobre sus camadas canteranas. Una dinámica que alimenta la ilusión a la vez que la cercena. La constante renovación en una plantilla amateur impide que el proyecto cuaje. Este verano condensa ese problema.

Seis jugadores han abandonado el equipo: seis jóvenes que se van fuera a cursar masters, no ven posible compatibilizar deporte y estudios o han encontrado trabajo: Penedo, Zarza, Saúl, Óscar, Zunzunegui y Lois Vázquez. A los ocho que quedaban había que completarlos. “Queríamos que se notase lo menos posible y al mismo tiempo dar un pasito adelante deportivamente, trayendo a gente que pudiese mejorar el nivel”, explica Touza, obligado a desempolvar sus dotes mercantiles.

Pablo Parga le ha ayudado en la tarea. El entrenador ourensano ha señalado objetivos intentando ajustarse a las escasas posibilidades financieras. El colocador coruñés Pablo Basante ha llegado por la vía habitual: traslado por estudios a Vigo. Otro colocador, José Jiménez, procede de Cartagena igual que Miguel Gomes. La maniobra más exigente ha sido la de Marlon Mendoza. Parga lo conocía de coincidir en San Sadurniño. Mendoza es un veinteañero de gran proyección. Se ha pasado todo el verano entrenando con la selección absoluta de Colombia. “Tiene mucha amistad con Pablo, él insistió, hemos peleado con el chaval y ya lo tenemos aquí. Vamos a hacer un sacrificio enorme para el club”, precisa Touza. Dos cadetes alternarán con el primer equipo para completar el bloque.

Tanto refuerzo no alcanza para imaginarse una campaña tranquila. La Superliga 2, que arranca el 16 de octubre, se divide en dos grupos de diez equipos. Los dos primeros se clasifican para el play off de ascenso. El último desciende, aunque será el penúltimo si queda de colista la concentración permanente de la selección española júnior (compite con la denominación CyL Palencia 2022). “Incluso equipos recién ascendidos salen con presupuestos elevadísimos. No sé si tienen fábricas de euros. Al equipo de Cáceres le llegan tres jugadores de la selección de Perú”, ejemplifica. “Asusta lo que invierten los ayuntamientos y las empresas de los pueblos, que permiten tener plantillas muy profesionales. Mucho tenemos que trabajar para pintar algo en la competición.Nuestro objetivo será mantener la categoría y no pasar los apuros del año pasado”.

El Vigo manejará un presupuesto de entre 105.000 y 130.000 euros. Gran parte de los gastos corresponden a los viajes. Con Emevé, Boiro y San Sadurniño en Superliga, el Dumbría se ha quedado como único rival gallego. El grupo incluye desplazamientos a Cabezón de la Sal o Utrera, además de los muchos a Extremadura.”No me han abaratado nada”, se lamenta Touza.

“En Vigo no tenemos un bloque empresarial que tire para arriba del deporte. Cada día quedan menos equipos de élite en la ciudad”, analiza. “Si tuviésemos patrocinador estaríamos luchando por ascender. No dejamos de visitar empresas todo el año. Aparecen apoyos pequeños, que agradecemos e incorporamos, pero ninguno fuerte”.

En el C.V. Vigo militan 300 jugadores de los dos sexos y todas las edades. “La base más grande de los deportes minoritarios de la ciudad”, cuantifica el presidente. Ante la falta de instalaciones, tuvieron incluso que cerrar inscripciones. Piensa en todos esos canteranos que están germinando y en aquellos que los precedieron y que “no se habrían marchado si el equipo estuviese profesionalizado. En algún momento este trabajo tendrá que dar sus frutos y podremos competir en una categoría más alta”.