La presión, esa presión a la que a veces sucumben deportistas como Simone Biles, muchas veces se presenta sin avisar, simplemente porque acompañan los resultados y se regresa de los Juegos de Tokio con una medalla de bronce lograda en el triple salto guardada en la maleta. Es lo que le ha ocurrido a Ana Peleteiro, que ayer atendió a la prensa en un acto promocional de su patrocinador en Madrid. “A partir de ahora todo lo que no sea un bronce será un fracaso y va saber a poco, pero mi ambición ha crecido. Lo último que quiero es confiarme y acomodarme”.

Peleteiro explicó que después de un año olímpico hay que cuidar el cuerpo y por lo tanto será muy meticulosa a la hora de escoger el calendario atlético en lo que queda de año. Pero tiene claro un objetivo que se marca en el inicio de un camino que debe llevarla a los Juegos de París como referencia del atletismo español. “Me ha costado tanto llegar hasta aquí y ha supuesto tanto sacrificio que tengo ganas de más. Cuando gané la medalla salí del estadio pensando ‘ya el año que viene quiero saltar 15 metros’. Podría decir que ya he tocado techo, pero nada de nada”.

Por esta razón no teme a la presión. “Puedo hacer este trabajo y mejorarlo, por lo tanto hay que continuar trabajando con eso en la cabeza. Obviamente puedes dar tu mejor versión y quedar fuera de las medallas. Considero que me he esforzado muchísimo pero que puedo hacerlo aún más, hay dos medallas más que puedes conquistar si estás en el camino correcto. Mi principal objetivo es estar en París 2024 y luchar por otra medalla”.

Peleteiro, de 25 años, ganó el bronce con 14,85 metros en su debut olímpico puesto que se perdió la cita de Río 2016 por una lesión, pero también, según contó ayer, porque tenía malos hábitos y no iba por el buen camino lo que, incluso, le hizo pensar en la retirada. “Un deportista, aunque sea individualmente, a veces puede llegar a pensar que ‘esto es gracias a mi’, y no. Tú estás ahí porque tienes unos padres que te apoyaron cuando no tenías patrocinadores detrás; un entrenador que apuesta por ti cada día y un equipo médico que te ayuda cuando tienes problemas. Si cuando alcanzas el éxito no te acuerdas de esas personas, dedícate a otra cosa”.

A la atleta gallega le gusta haberse convertido ahora gracias a su medalla en Tokio en una especie de embajadora de su deporte. “He abierto una ventana a que la gente se interese por el resto del atletismo. Si gracias a lo que hago consigo que el público se interese, para mí es lo máximo a lo que aspiro en la vida, aunque debes asumir que la fama es temporal”.