Desirée Vila se inclina ligeramente hacia atrás, más por rutina que por impulso, y echa a correr por el mojado tartán de Basauri, braceando con fuerza. Ajusta su batida sobre la tabla y se impulsa. Aunque su vuelo dura apenas unos instantes,en un punto casi imperceptible atraviesa la frontera que soñaba, como por un agujero de gusano en el tejido espacio-tiempo. La arena húmeda sobre la que aterriza ya es territorio japonés. El marcador constata un salto de 4.15 metros, que luego conseguirá incluso mejorar hasta los 4.17. La gondomareña, en realidad, ha saltado 10.500 kilómetros; los que separan España de Tokio, en cuyos Juegos Paralímpicos competirá este verano.

Desirée Vila reinició su carrera deportiva hace tres años. Aquella prometedora gimnasta a quien le amputaron la pierna derecha en 2015 a causa de una lesión complicada por una negligencia médica ha reconstruido su vida. Ha proseguido con sus estudios, ha escrito un libro y su alegre carácter la ha convertido en una voz influyente en redes sociales y medios de comunicación. Vila, pasado el luto, necesitaba reencontrarse con el deporte. El atletismo fue su opción.

Centrada en pruebas de velocidad y salto de longitud, ha prosperado rápidamente en esta segunda disciplina. Pronto los Juegos de Tokio se convirtieron en una aspiración legítima. Encuadrada en la categoría T63 (amputados por encima de la rodilla), hasta este domingo poseía una marca de 3.81 metros; plusmarca nacional, pero solo mínima B, pendiente de cuotas. La A le exigía 4.07. “Era el objetivo de la temporada para estar ya tranquilos y no tener ese pensamiento de ‘será o no será’. La A es un billete asegurado. La B depende de otros factores que yo no puedo controlar, “ evalúa. “Estar en 4.17 es una marca muy competitiva. Ahora tenemos el Europeo y sí que puedo aspirar a coger una medalla. Estoy contenta por saber que ya estoy ahí, peleándome con las mejores. No es lo mismo ir a Tokio saltando 3.80 que saltando 4.20 o 4.30”.

Su nueva plusmarca personal no ha sido fruto de un día afortunado o de circunstancias que se alinean. Las cifras reflejan con precisión su evolución. En el Gran Prix de Jesolo, en Italia, ya había saltado 4.13, aunque el excesivo viento a favor impidió su homologación. En Basauri firmó cuatro saltos por encima de los cuatro metros (4.01, 4.15, 4.06 y 4.17): solo se relajó en los dos últimos (3.78, 3.89). “No fue una sorpresa”, admite, aunque matiza: “Tampoco iba confiada porque nunca sabes. En las competiciones hay muchas cosas que pueden salir mal y además estaba lloviendo. Podía no salir, pero entrenando salía. Si sabes que estás para hacer esa marca, tarde o temprano sucede y fue temprano, por suerte; fuera de plazo no me habría servido”.

Además del crecimiento lógico en una saltadora de todavía escaso recorrido, la prótesis es un elemento clave en su mejoría. El atleta paralímpico en su categoría depende de esa simbiosis, como el pertiguista de su pértiga. Vila cambió hace poco de ballesta, el elemento que condiciona la potencia. “En Italia competí con la que tenía antes. Un poco después empecé con la adaptación. Estaba un poco preocupada”, revela. “Adaptarse a una ballesta no tiene un plazo, depende de la persona, de cómo te encuentres. Nadie te dice que vayas a tardar un mes. Era un poco arriesgado antes de los Juegos pero ha salido bien”. Vila ha optado por una ballesta más dura: “Es lo que yo necesitaba para el salto. No es tan cómoda para correr porque te empuja verticalmente, pero ese empuje me interesaba para la longitud”.

Con todo, en Basauri también batió el récord de España de 100 metros con un tiempo de 16.97. “He bajado de 17 segundos, mi límite psicológico. Si estoy en forma para saltar, estoy en forma para correr. Las dos cosas van de la mano, en longitud necesitas velocidad y es algo que trabajamos también en los entrenamientos. Estoy muy contenta”, confirma.

La longitud es su prioridad, no obstante. Sus 4.17 constituyen la segunda mejor marca continental del año (la suiza Elena Kratter tiene 4.29) y la cuarta del mundo (las japonesas Totomi Tozawa y Kaede Maegawa han saltado 4.36 y 4.25, respectivamente). Vila se sitúa entre las candidatas a medalla para el Europeo de junio en Bydgoszcz (Polonia) y quizá incluso de cara a Tokio, aunque advierte: “No te puedes fiar mucho del ranking de este año. No ha habido muchas competiciones y muchos deportistas no publican nada en redes sociales. No les puedes seguir la pista ni saber si están entrenando o no. Falta información. Yo estoy contenta porque miro por lo mío y es una marca muy buena y competitiva”.

Sin regalo a la familia

Lo suyo será competir los días 2 y 4 de septiembre en el estadio olímpico de la capital nipona. No le inquieta la pandemia. En breve será vacunada y los paralímpicos se concentrarán durante dos semanas (en su caso, en San Cugat) antes de viajar. Solo lamentará la ausencia de su familia: “Mi idea cuando consiguiese la mínima era comprar los billetes y regalárselos a mis padres y mi hermana para que pudiesen ir. A mi madre le gusta mucho la cultura japonesa, es un país que quiere visitar desde hace mucho. Era todo como perfecto. No puede ser. Es una pena. En mi caso, como son mis primeros Juegos, no tengo cómo comparar con otra experiencia previa. Para mí será igualmente increíble. Los de París, si voy y se celebran con normalidad, serán la repera”.