Koeman ya tiene su primer título como entrenador del Barcelona. En doce minutos extraordinarios, el equipo azulgrana se llevó puesto a un Athletic de Bilbao que en dos semanas ha perdido en el mismo escenario dos finales. No compareció en ninguna de ellas. Ante la Real estuvo en el partido por la igualdad en el marcador, pero ayer no vio al Barcelona. Se sostuvo durante un tiempo por la falta de acierto de los catalanes, pero a partir del minuto sesenta recibió un castigo muy duro.

El Barcelona fue el claro dominador en la primera parte, donde al equipo azulgrana le faltó precisión para culminar sus jugadas en gol ante el Athletic Club, que trabajó mucho en defensa pero tuvo poca actividad en el ataque. Un solo remate y desviado fue su bagaje.

Ya a los cuatro minutos el neerlandés Frenkie De Jong se encontró con la cepa de un poste en un remate tras un pase del argentino Leo Messi, quien tuvo la primera de las suyas a los diez minutos, ahora con asistencia de francés Antoine Griezmann.

El Athletic tuvo una oportunidad en la primera mitad, a los doce minutos y a balón parado, pero Iñigo Martínez no conectó bien un balón ante el meta alemán Ter Stegen, aunque en la fase final de este período, al menos, logró que el Barça no le atacara con tanta insistencia. Pero la sensación es que el Athletic no había sido capaz de encontrar su sitio en el campo, el punto en el que podría presionar para hacerle daño a un Barcelona que sin ser brillante al menos sí parecía tener el partido bien agarrado. Se trataba de esperar pacientemente a acertar.

Y en el segundo tiempo, justo cuando el partido entraba en la última media hora todo se hundió en el barco de Marcelino. Llevaba el Barcelona avisando con Unai Simón haciendo intervenciones algo descabelladas. El portero internacional sacó dos remates a bocajarro, a un palmo, de Griezmann y de Busquets. El Athletic no era capaz de sacarse de encima a los jugadores del Barcelona, la final era cuestión de tiempo. Y se abrió el cielo entonces en Sevilla. En un tramo feroz de partido el Barcelona acertó con todas las situaciones que generó. Casi siempre por la banda de Dest. Messi se liberó de la atención de los bilbaínos para poner la semilla del triunfo y todo fluyó con naturalidad. Griezmann abrió el marcador en una llegada perfecta del lateral; De Jong amplió la ventaja y luego entró en escena Messi para dejar su sello en la final con dos goles consecutivos que dejaron al Athletic con el rostro desarmado. Ya no había final. De ahí al final el partido se quedó para que los dos equipos no se hiciesen demasiado daño. Los de Marcelino no habían estado en el partido. Se habían sostenido en pie de milagro durante casi una hora, pero en diez minutos locos recibieron un castigo terrible. Y que se añade al palo que se llevaron hace solo dos semanas, en el mismo escenario, cuando perdieron la final correspondiente a la temporada pasada ante la Real Sociedad. El equipo legó demasiado fundido a ese momento de la temporada. Mientras, el Barcelona recibe un empujón anímico para buscar un doblete teniendo en cuenta que parece que llega algo más entero en lo físico que sus dos rivales directos. El Barcelona es más que nunca el rey de esta competición.