La Primera RFEF, la categoría de nueva creación que se situará entre Segunda División y la actual Segunda División B (que será conocida como Segunda RFEF), no será profesional, contra lo que al principio parecía haber planificado la Federacion Española de Fútbol. Así se deduce de las conclusiones que el comité ejecutivo que debe reglar la nueva división, presidido por Joan Soteras, ha dejado entrever tras su reunión ayer en Las Rozas. En la nota de prensa remitida sobre la reunión habla de la Primera RFEF como “la más importante de las categorías masculinas no profesionales a nivel nacional”.

En la Primera RFEF militarán los 36 mejores equipos de la actual temporada en Segunda División B, más los cuatro que desciendan desde Segunda, en su intercambio con los que asciendan. Serán, por tanto, 40 equipos, divididos en dos grupos de 20. El comité ejecutivo apuesta por dos temporadas regulares de 38 jornadas. Los campeones de cada grupo ascenderán directamente y del 2º al 5º disputarán play-offs para dirimir las otras dos plazas. Según el portal Iusport, en la Federación Española defienden que esos dos grupos no se conformen siguiendo criterios geográficos. Prefieren otros criterios como el coeficiente histórico, grupos cremallera o directamente por sorteo.

Los equipos de Segunda B que queden ahora entre los tres primeros de cada subgrupo, además de pelear por el ascenso a Segunda, se aseguran como mínimo militar en Primera RFEF. De momento ningún equipo gallego tiene el billete asegurado. Tienen opciones Celta B, Racing de Ferrol y Deportivo, que compiten además con Unionistas. El Zamora ha asegurado su clasificación. Otros diez de la zona intermedia también se clasificarán (ahí podría estar, además, Compos ; el Pontevedra y el Coruxo ya solo pueden aspirar a mantenerse en Segunda B suceda lo que suceda en la última jornada).

La revelación de que esa Primera RFEF podría no ser profesional, al menos en las primeras temporadas (pese a que fue conocida como Segunda B Pro en el inicio del proyecto), ha provocado ya numerosas críticas. Porque la profesionalización de ese tercer escalón del fútbol español era uno de los argumentos que se esgrimían para ejecutar una reestructuración tan profunda e incluso traumática, en un año marcado por la pandemia y por un sistema competitivo agobiante que ha disgustado a la mayoría de presidentes, entrenadores y jugadores. Muchos interpretan que la institución regida por Rubiales ha dado marcha atrás a esa profesionalización inmediata porque entre los 25 equipos que ya se han asegurado el derecho de jugar en Primera RFEF (salvo que asciendan a Segunda) figuran muchos clubes humildes mientras que otros más poderosos ya se han quedado sin opciones.

Pero la Federación Española está al parecer convencida de que podrá generar los suficientes ingresos para que la Primera RFEF sea competitiva a través de la venta de futuros activos comerciales, la estrategia de comunicación del torneo o diversos aspectos contractuales como la venta conjunta de los derechos televisivos, aunque esa materia depende de la voluntad de los clubes. En los planes federativos figuran, a dos o tres años vista, que competir en la Primera RFEF implique ciertos requisitos a nivel económico y de infraestructuras.