El grave accidente de coche que el martes sufrió Tiger Woods en una colina cerca de Los Ángeles, que obligó a someterle a una “larga” intervención en la tibia, peroné, tobillo y pie derechos, hace que el futuro de su carrera esté envuelto en un gran interrogante. Nadie se atreve a darla por finalizada, especialmente hablando de un deportista que ha salido de otros pozos, pero abundan las dudas.

El consenso entre los analistas del deporte es que “quizá”, “probablemente”, la carrera de Woods acabó cuando el Genesis GV80 de última generación se salió de una traicionera carretera por causas aún no determinadas, aunque el sheriff del condado dijo que el golfista iba a velocidad “algo mayor de lo normal”. Y para observadores como el columnista deportivo de Associated Press Tim Dahlberg el retorno de quien para algunos es el mejor de todos los tiempos, sin duda el mejor de su generación, “bordea lo imposible”.

Woods tiene 45 años, justo se recuperaba de su quinta operación de espalda (a la que se sometió en diciembre) y su cuerpo ya se había sometido a cinco intervenciones en la rodilla. Un par de días antes del accidente, en unos comentarios a la CBS sobre su sueño de retornar en abril al Masters de Augusta, Woods admitía que no lo tenía garantizado . “Mucho está basado en mis cirujanos y médicos y terapeutas y en asegurar que lo hago correctamente. Es la única espalda que tengo, no me queda mucho espacio de maniobra”.

Si ese espacio era reducido, ahora es nulo, no solo para Augusta sino también para los Juegos de Tokio. Woods está ahora, según el parte médico, “despierto, consciente y en recuperación” de la cirugía, descrita como una fractura abierta conminutada (con la tibia y el peroné rotos en varias partes y perforando la piel), estabilizada con varillas. En el tobillo y el pie le han puesto tornillos y pasadores.

Expertos como el periodista deportivo Bill Plaschke creen que Woods difícilmente podrá volver a competir. Ganador de 15 grandes, “seguro que nunca tendrá opción de ganar los tres que harían falta para igualar el récord de 18 de Jack Nicklaus”, ha escrito Plaschke, “y puede quedar para siempre en el empate con Sam Snead en el récord de 82 títulos del PGA Tour”.

Woods no es ajeno a los retornos. Ese decimoquinto grande llegó en 2019, tras 11 años de sequía, un tiempo en el que se registraron sus dos accidentes previos de coche. Pero aquellos siniestros, el de 2009 en medio del escándalo sobre sus aventuras extramatrimoniales y su confesión de ser un adicto al sexo, y el de 2017, en que se durmió al volante bajo los efectos de opioides con receta a los que se había hecho adicto, hicieron sobre todo daño a su reputación. Este, como ha escrito el Los Ángeles Times, “podría acabar con su carrera”.