La selección de Dinamarca agigantó su leyenda tras revalidar el título mundial que conquistó hace dos años en casa, al imponerse por 26-24 a Suecia en la final del Mundial de Egipto, en la que el portero danés Niklas Landin volvió a demostrar su condición como mejor guardameta del mundo.

Y es que el cancerbero danés, que acabó el encuentro con más de un 40 por ciento de paradas, cerró a cal y canto su portería en el tramo final del choque, como evidenciaron los tan solo tres goles que concedió a los jugadores suecos en los últimos diez minutos de juego.

Su sensacional actuación permitió a Dinamarca, la vigente campeona olímpica, emular una gesta que en este siglo sólo había logrado alcanzar Francia, encadenar dos títulos de campeón del mundo consecutivos.

Triunfo que los de Nikolaj Jacobsen tuvieron que pelear, y de qué manera, ante una selección sueca, que pese a no poder ganar, demostró que ha dado en este Mundial un paso de gigante.

El conjunto sueco, sustentado en su brillante y efectivo juego colectivo, se agarró a la pista y logró enjugar la diferencia de dos goles (8-6) con la que contaba el equipo danés al cumplirse los primeros 17 minutos de juego. Una renta no muy grande, pero un auténtico botín, dados los bajos guarismos en los que se movió el primer tiempo.

El equilibrio se mantuvo hasta el ecuador de la segunda mitad, cuando irrumpió la figura del lateral izquierdo Jacob Holm, que tras no disputar ni un solo minuto en todo el primer tiempo, se convirtió en unas de las clave del triunfo danés.

El portero Niklas Landin con unos espectaculares minutos finales se encargó por sí solo de acabar con las esperanzas de victoria del equipo sueco.