No se puede poner en cuestión la fe y el compromiso del Madrid, pese a las expectativas reducidas. El equipo de Zidane, muy lejos de la brillantez, incluso de una solidez que dé confianza, volvió a ganar otro partido decisivo en Europa con el que deja encaminada su clasificación para octavos de final, aunque fuera ante diez, con un gol de penalti y otro en el mejor momento del rival, y todo ante un Inter de Milán que renunció a competir el partido, que no compareció en su particular final de Champions.

El rimbombante Inter de Milán no fue capaz ni de presentar batalla en su última oportunidad de seguir con vida en la Liga de Campeones. Ahora está a expensas de un milagro para conseguir la clasificación, tras la goleada del Monchengladbach ante el Shakhtar, y el fracaso del equipo de Antonio Conte implica un desahogo para el Madrid, segundo del grupo con un margen de tres puntos.

El Inter cedió el mando del partido a un Madrid que encontró en San Siro un ambiente confortable, casi placentero, sin presión intensa del rival, con regalos en las inmediaciones del área italiana y sin incidencia de los atacantes interistas. Conte no lanzó a sus pupilos a la presión a todo el campo que ha sido constante en su éxitos.

Zidane repitió el once de Villarreal, de nuevo con su apuesta de doble pivote y tres jugadores por delante para suplir la baja de un Casemiro que entró desde el banquillo cuando el partido amenazaba con complicarse. Antes, el Madrid había empezado el encuentro con más control que profundidad, gracias a la disposición de Kroos entre los centrales para sacar el balón y a la omnipresencia de Modric.

Aun así, el plan parecía que se quedaba corto en ataque y esa sensación la contravino una excepcionalidad de Nacho aún muy al inicio, transmutado de central a delantero para desequilibrar las marcas defensivas del Inter y provocar un penalti que transformó, con Sergio Ramos ausente, Eden Hazard.

Todo el Madrid, con la tendencia del partido a favor, exhibió su versión más comprometida, con pelea y actitud en cada duelo. El equipo de Conte estaba cada vez más desquiciado y el momento culminante llegó con la expulsión de Arturo Vidal, después de la media hora, tras enloquecer en la protesta de un penalti que el árbitro no atendió.

Con todo a favor, como ya sucediera ante el Villarreal, el Madrid amenazó con conformarse con su exigua ventaja. Con un doble cambio al descanso y la adaptación táctica propia de jugar con uno menos, Conte consiguió equilibrar a su equipo. La reacción de Zidane fue el retorno de Casemiro, y de un Rodrygo que convirtió en gol el primer balón que tocó.