Con la alineación propia de una sexta jornada y la clasificación asegurada se presentó el Barça en Kiev para añadir el cuarto triunfo a su intachable trayectoria europea. Necesitaba el empate y se llevó los tres puntos con una labor convincente, muy notable para el once que presentó y por el empaque de la competición. Y, naturalmente, por la dimensión del marcador.

Europa es el paraíso para un Barça que pena en la Liga, porque ha ganado más partidos en la Champions que en la Liga (tres en ocho partidos). El mérito cobró realce por tratarse de un Barça muy poco reconocible, desde el uniforme (el cuarto que luce) a la alineación, con muy pocos titulares, e incluso en el marcador, contundente para lo justito que va esta temporada.

Hubo tantos suplentes que hasta debutó Matheus Fernandes, un centrocampista del Palmeiras que ni siquiera ha sido presentado. Apareció de improviso en la noche de Kiev gracias a la holgura que adquiría el marcador con doblete, igual de remarcable, de Martin Braithwaite, el único nueve del equipo, y el colofón simbólico de Griezmann. El brasileño, no obstante, entró el campo después de Riqui Puig. Después disfrutó del mismo privilegio el estadounidense Konrad de la Fuente.

La gran transformación que opera el Barça se produce con la ausencia de Messi. El juego es más coral, las combinaciones son más naturales, menos forzadas a la intervención del capitán, la responsabilidad se diluye, el atrevimiento aumenta. La carencia de gol sin el jugador más resolutivo del equipo no se acusó porque todos los delanteros chutaron.

Todas esas características se observaron en Kiev. Abrió el marcador, sin embargo, Sergiño Dest, un defensa que llegaba desde atrás y que fue fichado, entre otras razones, porque a la eficacia defensiva le une una excelente proyección ofensiva.

No había que dar ningún síntoma de flaqueza que diera pábulo al Dinamo y el cuadro de Koeman salió a dominar igual que con el once titular. Sin complejos ni timidez en nadie, gracias también a la confortable situación europea. Tras el descanso se topó con un Dinamo que quiso reivindicar su condición de local, pero el cuadro ucraniano se desmontó con el primer gol.

Koeman quiso aprovechar la ocasión para repartir premios y ser espléndido, intuyendo que no podrá ser tan generoso en el futuro si no se encarrilan mucho las cosas en la Liga. Compensó a varios condenados del banquillo. Dio la primera titularidad a Aleñá en 12 partidos en el doble pivote, a Junior Firpo y a de Braithwaite. Sobra decir que era la primera de Óscar Mingueza, el quinto central de la plantilla, siempre que se considere a Sam Umtiti el cuarto, que es mucho considerar. El joven subió varios peldaños en el escalafón por el atrevimiento que mostró.