No hace frío en Manacor en este miércoles de octubre. Pero sí mucho viento y Rafa Nadal (3 de junio de1986), 20 títulos de Grand Slam, 13 de ellos en Roland Garros (París), ha preferido machacarse en silencio, en la amplísima pista indoor que hay en su lujosa academia, junto a sus tres inseparables preparadores, a cual más fiel, más amigo y más profesional: Carlos Moyá, Tomeu Salà y Rafael Maymó.

– Están ustedes de moda. Los treinteañeros como LeBron James, Lewis Hamilton, Robert Lewandowski... no hacen más que ganar y demostrar que se puede alargar la vida deportiva un montón de años.

– Yo creo que es un tema de modas y ahora esas modas han cambiado. Antes, cuando llegabas a los 29, ya eras viejo y te tenías que retirar. Pero en la última década ha habido una serie de deportistas que han alargado triunfalmente sus carreras y han abierto los ojos a los demás. Ya todos creemos que hay vida más allá de los 30 y si uno hace las cosas bien puede seguir siendo competitivo a esa edad. Además, hay más medios y experiencia para prevenir y curar las lesiones. De todos modos, también hay un tema muy personal de cada uno de nosotros y es que te guste, que te apasione, que te divierta lo que haces, que sientas lo que haces. Sin ese sentimiento, sin ese amor por el deporte que practicas, por tu profesión, aunque para mí no sea una profesión, es imposible alargar tu carrera y menos si has tenido éxito durante muchos años.

– De retirarse, ni hablamos.

– No soy capaz de adivinar cuándo me retiraré; no lo soy, no. Quién sabe, igual en un año. Uno no puede programar el futuro. No sé lo que nos deparará la vida, quizás pasarán cosas que me quitarán la ilusión por lo que estoy haciendo. ¡Ojalá que no sea así! Desde luego, a día de hoy, lo veo improbable, pero uno debe estar siempre preparado porque las cosas cambian muy rápido. Eso sí, no tengo miedo a ese día y, por tanto, no me lo planteo. Sí tengo claro que, cuando llegue, lo sentiré, lo sabré, me daré cuenta, probablemente en que ya no sentiré esa pasión que me mueve para ir a entrenar cada mañana, esos objetivos de mejora continuada que uno precisa para seguir siendo competitivo con el paso del tiempo... Cuando eso ocurra, será el momento de decir ‘lo dejo’ y empezar a hacer cosas que son tan o más importantes que el tenis.

– No estamos hablando, pues, de un tema físico. ¿O sí?

– Bueno, bueno, el físico es desde luego muy importante a la hora de valorar si puedes o no seguir siendo competitivo. Por eso creo que, si las lesiones me respetan, no veo, de momento, un motivo por el que no seguir compitiendo. Si uno tiene dolores todos los días y la vida, entrenar y competir se convierten en un sufrimiento continuo, es evidente que habrá que planteárselo.

– ¿Dejar de ganar sería un motivo para retirarse?

– Ganar es una parte importante del deporte, forma parte de su esencia, pero yo no hablaría tanto de la necesidad de ganar, que existe, claro; yo hablaría más bien de ser competitivo. Si uno tiene la sensación de que puede ganar y disfruta intentándolo, ganar, perder, forma parte del deporte. Ganar es una energía positiva que te ayuda a seguir, eso es indudable. Puede que exista gente que se rinda cuando deje de ganar, puede ser, sí.

– Le cuesta levantarse cada día para ir a entrenar, para machacarse como se machaca.

– Si estoy bien físicamente, no me cuesta nada levantarme y entrenar cada día. Es más, ahora, en los entrenamientos, disfruto muchísimo más que hace diez años. Antes, para mí, cada día era un examen, me exigía lo máximo de mí. Si entrenaba mal, me disgustaba; si había jugado mal, me preocupaba. A día de hoy vivo con más serenidad ese proceso. ¡Por supuesto que quiero entrenar y jugar bien!, pero he aprendido que uno no puede estar siempre al cien por cien. He aprendido a vivir los días malos, tenísticamente hablando, de una manera más serena. No hago un drama de un mal día de entrenamiento. Ahora sé cuando necesito estar al 100% y, ahí, sí que no puedo fallar. La actitud, la intensidad, la energía y la motivación tienen que estar al 100%, por eso descanso más que antes y hago entrenamientos más selectivos.

– Es posible que la vida tan familiar que lleva en Manacor sea, también, parte de esa buena predisposición a seguir.

– Cuando uno vive una vida normal, corriente, estable, es más fácil que, a nivel emocional, esa estabilidad te ayude en la pista. El deporte no se puede separar de la vida. Si yo me hubiese ido a vivir al otro lado del mundo, separado de mi familia, amigos y mis seres queridos, hubiese sufrido y arrastrado ese desgaste emocional en la pista. El hecho de no haberme separado de mi ambiente de siempre, desde niño, me ha ayudado a tener una carrera más longeva. Yo he hecho todo lo que han hecho mis amigos, playa, fiestas, deporte, pero menos veces, claro. Esa estabilidad emocional, esa vida cotidiana normal, sencilla, me ha ayudado a mantener los pies en el suelo y a no volverme loco cuando ganaba o verlo todo negativo tras una derrota.

– Sé que se lo han preguntado muchas veces, pero ¿cómo le gustaría que le recordasen?

– Para mí, ¡de lejos! es más importante el tema personal que el profesional. Siempre digo que me gustaría que se me recordase como una buena persona, buena gente, mucho más que como campeón o cualquier otra cosa. Porque, al final, las victorias, los títulos, son momentos de felicidad, de euforia, de adrenalina, de éxito, pero todo eso es pasajero y eso lo he tenido muy claro siempre; el éxito y el interés que tú generas en la gente, en las empresas, es algo pasajero. Ese interés es por lo que hago, no por lo que soy. Lo importante es que la gente que te conoce tenga una opinión positiva de ti.

– A usted le gusta tener buen rollo con todo el mundo, ¿no?

– Pues sí, por qué negarlo, yo trato de llevarme bien con todo el mundo. ¿Por qué? Porque a mí no me gusta discutir, yo no soy de pelearme, de polémicas. No me gusta la confrontación, ¡nada! Yo, con mi pareja, no me peleo nunca. Discutir, me gusta; intercambiar opiniones, también, pero no comparto esa idea de que los problemas han de afrontarse de frente, a la cara. Yo solo hago eso si es un problema insalvable, pero si es un problemilla y podemos darle la vuelta por otro lado, evitar malos rollos, pues se la doy. Yo no soy de vivir con problemas. La vida ya te proporciona problemas reales, auténticos, como para convertir los problemillas en problemas gordos. Ante esos problemillas, lo mejor es un poquito de pausa, dejar pasar unos días y seguro que todo vuelve a su cauce.

– Es por eso que, siendo del Madrid, se lleva tan bien con sus familiares del Barça, ¿no? Por cierto, ¿cree que estamos a punto de ver el declive de Leo Messi?

– Pero ¡qué dice! Messi en declive, qué va, qué va, aún no está como acostumbra a estar, tal vez ha tenido épocas mejores, pero sigue siendo el mejor jugador del mundo. El fútbol, como todo en este momento, ha perdido un poquito de interés. Todos tenemos un rival tremendo, que es este virus, que ha trastocado nuestra vida, nuestras relaciones y afecta especialmente a la economía. Hay muchísima gente que lo está pasando muy mal.

– Por eso, de alguna manera, usted es el primero en celebrar el regreso del deporte de alto nivel.

– Cuando estaba confinado, no paraba de pensar: ‘Si al menos hubiese fútbol, golf, tenis, ¡algode deporte’. Porque, al final, el deporte tiene una cosa que es única: es real, lo que ves es lo que es, no se trata de ficción, de TV, cine, series... El deporte entretiene a la gente, la motiva, le hace sentirse bien. Pero ahora todo ha pasado a segundo plano, aunque el fútbol sigue siendo una vía de escape para mucha gente, yo incluido. Al margen de que me gustan todos los deportes, todos, el fútbol me encanta especialmente.

– Otro campeonísimo, Toni Bou, dice que cuando la gente le da como ganador de salida, es cuando él empieza a dudar de que vaya a ganar ese día. ¿Le pasa algo parecido a usted?

– No, no, son los otros los que te dan como favorito, yo nunca me veo favorito. Hombre, si debuto en Roland Garros contra el 83 del mundo, es evidente que, si estoy a mi mejor nivel, soy el favorito. Pero lo que quiero decir es que, desde dentro, tú sabes que puedes perder y puedes ganar. Y esa es nuestra realidad, no es una pose, no. La presión externa, mediática, por ganar no la he sentido jamás. Es mi presión personal la que me afecta.

– Dígame, ¿cómo lo hace para sobreponerse a la pérdida de un punto, un juego o un set?

– Es un tema de hábitos. Los mejores jugadores, tenísticamente hablando, son mentalmente muy fuertes y tienen esa capacidad. Hay jugadores que, cuando el partido se pone cuesta arriba, bajan los brazos. En mi caso, y solo puedo hablar por mí, es una obligación personal que he tenido siempre desde pequeño. He tenido un entorno que no me ha permitido bajar los brazos. Mi tío Toni siempre ha sido muy, muy, exigente.

– Incluso cuando empieza la final de Roland Garros ganando por 6-0 al número uno del mundo.

– En ese instante, aún más porque le diré una cosa: la forma que tiene el tenis de contar es muy traicionera. Tras ese 6-0, muchos pensaron que estaba apalizando a Novak (Djokovic) y nada más lejos de la realidad. Aquel 6-0 fue engañoso, porque el nivel de uno y otro no fue para un 6-0. Las cosas se dieron así y punto, no puedes seguir jugando creyendo que le has dado una paliza. Y, a veces, cuando es al revés, cuando el que pierdo soy yo, pienso igual y empiezo el siguiente set pensando que el partido empieza de nuevo.

– ¿Le gusta que todo el mundo le considere un modelo?

– No es algo que me preocupe mucho. Yo creo que todos los que somos populares, que salimos en televisión, por decir algo, debemos ser muy responsables, pues hay mucha gente en la que puedes influir, para bien y para mal y, por tanto debemos cuidar nuestro comportamiento, nuestras palabras. Yo trato de actuar con naturalidad. Uno no puede ser un producto de marketing, si lo eres en algún momento, surge algo negativo que destruye ese disfraz. No pretendo gustar a todo el mundo. Es más, creo que es imposible.

– ¿Le ha cambiado mucho el matrimonio, su boda?

– ¿A mí?, no, qué va (inmensa carcajada), Xisca y yo llevamos 16 años juntos. Fue un día muy bonito, mucho, y eso que yo no soy muy dado a este tipo de cosas, pero fuimos los que teníamos que ser, gente de confianza, y lo pasamos muy bien.

– Por cierto, su amigo del alma, Pau Gasol, acaba de ser padre, ¿no sé anima?

– Ni me anima ni me deja de animar, nosotros tenemos clara nuestra hoja de ruta y, cuando venga, vendrá.

– El otro día, en el diario ‘El País’, igual lo leyó, el italiano Luca de Meo, nuevo director general del grupo Renault, dijo que “los españoles no se dan cuenta de lo buenos que son”. ¿Comparte esa opinión, ese elogio?

– Estoy convencido de que usted comparte, plenamente, esa elogiosa sentencia de los españoles. No sé si es exactamente así, lo que sí sé es que solemos generar más crispación que nadie. Aunque, la verdad, la situación actual no ayuda, es muy dura y complicada para todos, desagradable, triste, nos ha cambiado la vida de forma muy negativa. Ojalá regresemos cuanto antes a un paisaje alegre y positivo en todos los sentidos. Yo creo que tenemos un país fantástico y que los españoles somos muy agradables, sociables y educados.

– ¿Lo dice por experiencia, pues usted viaja mucho?

– Mira, tú te metes en un ascensor en muchos países del mundo, no diré cuales, y das los buenos días y no te contesta ¡nadie! Aquí, en España, eso no ocurre. Somos unos afortunados.

– Pero... Le veo con intención de añadir un ‘pero’.

– A día de hoy, sin que sea una crítica muy airada, de verdad, pienso que la televisión se está radicalizando y la clase política está dividiendo, de alguna manera, a la sociedad con tanta pelea, discusión, crispación y, sobre todo, con tan poco diálogo y entendimiento. Nos divide y es una verdadera pena.

– Todo lo contrario de lo que usted y su amigo Pau Gasol pusieron en marcha, en colaboración con Cruz Roja, en cuanto estalló la pandemia del Covid-19, cuando recaudaron más de 14 millones de euros.

– Es un tema de responsabilidad personal. Creo que tenemos que dar ejemplo. Lo que nosotros podemos aportar, económicamente hablando, tendrá cierto valor, sí, pero lo importante es que tenemos la obligación de generar solidaridad, abrir los ojos a los demás y que cada uno aporte su granito de arena. Yo creo que en los momentos difíciles, la gente que es pública, la gente que ha tenido suerte en esta vida, tenemos que dar ejemplo y ser un poquito los que marquemos el camino para ayudar.

– Lo que usted, de la mano de su madre, hace, desde hace ya 10 años, con su fundación.

– La fundación tiene un único objetivo: generar oportunidades para los niños que no las tienen ni las tendrán si la vida sigue su curso normal. Hay familias que tienen hijos que están predestinados a tener una vida durísima por el sitio donde han nacido, por la familia humilde a la que pertenecen, porque la vida es así. Yo, ahora que puedo, ahora que la gente me presta atención y puedo conseguir recursos para este proyecto, no voy a parar hasta conseguirlo. Y cuando me retire, aún más, mucho más.