Una guerra institucional está desgarrando las costuras del baloncesto en silla de ruedas. El Comité Paralímpico Internacional (IPC) ha excluido esta modalidad deportiva de los Juegos de Tokio 2021 y París 2024. El IPC le ha torcido el pulso a la Federación Internacional de Baloncesto en Silla de Ruedas (IWBF), que modificará sus criterios de calificación para lograr la readmisión en el programa paralímpico. La IWBF está reevaluando a todos los jugadores de las clases 4 y 4,5. Muchas carreras y sueños penden de un hilo. Dos vigueses, Agustín Alejos y Vicky Alonso, han superado el examen. Pero la zozobra es general.

En el baloncesto en silla se adjudica una puntuación a cada jugador en función de sus posibilidades físicas; mayor cuanto mejor es su movilidad, entre 1 y 4,5. El entrenador no puede reunir más de 14,5 puntos en el quinteto que alinee en cancha. A mujeres y sub 23 se les rebaja un punto en el baloncesto mixto. La Federación Internacional admite lesionados de diverso tipo (roturas de cruzado, problemas de cadera, movilidad reducida relacionada con el dolor), a los que se ubica en la clase superior. En algunas ligas nacionales, como la francesa y la alemana, se amplía el rango hasta los 5 puntos. El Comité Paralímpico, en cambio, restringe la participación en los Juegos a discapacitados.

Esa disparidad de criterios ha generado una tensión que estalló a comienzos de año. El choque entre el IPC y la IWBF se ha saldado con el triunfo del primero, que ha esgrimido el escaparate olímpico como argumento irrefutable, con una sanción firme de cara a París 2024 y otra provisional para Tokio 2020, cita a la postre trasladada a 2021 debido a la pandemia. Se supone que el baloncesto en silla estará presente en ambos Juegos, como en todos desde los primeros de Roma 1960, si se atiene al procedimiento del Código de Clasificación de Deportistas y el Estándar Internacional para Discapacidades Elegibles.

Así que la IWBF ha tenido que organizar un Panel de Evaluación de Elegibilidad para examinar caso por caso a todos los jugadores clase 4 y 4,5. Los afectados deben rellenar formularios y presentar pruebas médicas. Hasta el momento se han resuelto el 75% de los 134 expedientes en diferentes países. Los restantes aún están en trámite, pendientes de nuevos elementos o paralizados por culpa del coronavirus.

Diez han sido los españoles involucrados en este proceso. Además deAgustín Alejos y Vicky Alonso, lo han superado de manera positiva Txema Avendaño, Asier García, Isabel López, Michell Navarro, Ignacio Ortega, Vicky Pérez y Rubén Viso. La IWBF ha solicitado más información sobre el caso de Veva Tapia.

"Están aunando criterios, pero ahora hay jugadores que han disputado Juegos, que han ganado medallas, y se están quedando fuera", lamenta Agustín Alejos. Especialmente llamativo es el caso de David Eng, doble campeón olímpico y con otra medalla de plata en sus cuatro participaciones y que ha ejercido en una de ellas como abanderado de la delegación canadiense. La reforma normativa lo deja fuera de un deporte en el que ha sido estrella.

Alejos y Vicky Alonso nunca estuvieron en duda. Él nació sin el gemelo de la pierna izquierda y ella sufrió la amputación de la derecha. "Para los que tenemos cosas visibles ha sido más fácil. La gente tiene informes médicos de las lesiones o los accidentes", explica Alejos. "Como lo mío es de nacimiento, los informes eran tan antiguos que no sabía ni dónde estaban. Me hice una radiografía y una resonancia en Povisa, se mandó y ya está". El remedio de lo propio no le alivia la preocupación por lo ajeno: "Lo complicado es para la gente que no puede doblar la rodilla determinados grados o con temas de dolor, como un jugador del Badajoz que tiene una dolencia en la cadera".

La tragedia no es solo verse apartado de los Juegos. Si la IWBF decide aplicar el criterio paralímpico a todas sus competiciones, también se cerrarán las puertas de Mundiales, Europeos y en consecuencia de las ligas nacionales. La española se rige por las reglas de la Federación Internacional. "Cualquier jugador que no cumpla criterios del IPC no cumpliría los de la WBF y no podría jugar en la liga". En el mejor de los casos, ese jugador pasaría de clase 4,5 a clase 5, que este año iba a empezar a permitirse en España. Aunque eso rebajaría su caché -siempre se busca una mayor flexibilidad en los quintetos-. El veto en los Juegos sería igualmente inamovible.

"Hay personas que no saben si se quedarán sin su carrera después de 30 años dedicándose a esto, gente con beca en Estados Unidos que no sabe qué va a pasar.. Es todo una incógnita", denuncia Agustín Alejos sobre ese "tira y afloja" entre organismos con tantas víctimas en medio. Al jugador le desagrada esta restricción: "El basket en silla es uno de los deportes más inclusivos que puede haber gracias a las clasificaciones. Todo el mundo está sentado en una silla. Es el más igualatorio. El IPC nos está separando. Intentas integrar a la gente y al final pones límites a personas que no pueden practicar un deporte convencional y ahora tampoco el adaptado de alta competición".

Existe, de hecho, una corriente contraria en la que milita el presidente del Iberconsa Amfiv, José Antonio Beiro, que aboga por abrirse a jugadores sin ningún peaje físico. "El seleccionador canadiense, que fue mi entrenador en Murcia y Australia, dice que su sueño es ver el baloncesto en silla de ruedas no en las Paralimpiadas sino en las Olimpiadas. Y con cualquier persona, con o sin discapacidad", concluye Alejos. "Sería el máximo de inclusión".