Es una más de las federaciones deportivas cuya actividad ha detenido el estado de alarma, muy lejos de la que más licencias maneja -la de fútbol bordea las 100.000-, pero a la vez una federación única y quizá la más necesaria. La Federación Galega de Deporte Adaptado (FGDA) espera reanudar lo antes posible esos eventos que sus asociados anhelan; esenciales en sus vidas.

La FGDA tiene 544 licencias, un número en apariencia escaso y fácil de gestionar. Ninguna otra ha de enfrentarse, sin embargo, a tal complejidad administrativa. En 2015, año en que Marcos Casal accedió a la presidencia, se produjo precisamente la fusión auspiciada por la Xunta de otras cuatro federaciones deportivas hasta entonces independientes entre sí: las de personas con discapacidad intelectual y con discapacidad física, que funcionaban de manera regular,y las de personas sordas y con parálisis cerebral, que organizaban sus propias actividades aunque sin una relación fluida con su teórica federación española.

Porque la madeja institucional se enreda incluso más en la vinculación con la estructura nacional. Existen otras comunidades autónomas en las que se ha producido una fusión semejante e incluso más amplia, incluyendo a los deportes para ciegos, que en Galicia se mantienen al margen. Pero luego han de relacionarse con federaciones españolas que siguen compartimentadas de manera estanca. "Parecía que también iban a fusionarse, pero no ha sucedido", relata Casal. Y así, la FGDA sigue dependiendo de cuatro federaciones españolas diferentes.

"Y es especial porque no es de un deporte específico", añade Casal sobre el organismo que preside. Son varios los deportes que administran. En realidad, cuentan con modalidades más o menos estables, pero a veces pueden incluir otras si surgen un practicante en concreto, como sucedió con el único atleta con parálisis cerebral que se había sacado licencia con ellos. En discapacidad intelectual han cuajado fútbol, baloncesto, atletismo o natación; en parálisis cerebral, el boccia -deporte cuya mecánica recuerda a la petanca- y el slalom -los deportistas, en silla de ruedas, han de superar una serie de obstáculos-. En discapacidad física siempre han hecho furor el baloncesto en silla de ruedas y el atletismo. "Y el pádel está subiendo muchísimo a todos los niveles", revela Marcos Casal.

Y aún no se termina ahí el puzle que la FGDA trata de componer. Cada deporte tiene su desarrollo competitivo e incluso su calendario. En la mayoría, con temporadas de septiembre a septiembre, ahora comenzaba la época de los diferentes Campeonatos de España, con su culminación entre junio y julio; Galicia optaba, por ejemplo, a organizar el de slalom y había iniciado los trabajos pertinentes. Pero en el caso de los deportes dirigidos a personas con discapacidad intelectual, las temporadas se articulan de enero a diciembre y el estado de alarma ha paralizado el programa de citas en su meollo. "Es un batiburrillo", admite el mandatario de la FGDA. "Nuestra idea al llegar era unificar al máximo posible todos los criterios, licencias y el calendario deportivo. No ha sido posible de momento. Mientras estemos funcionando al amparo de lo que digan las federaciones nacionales no podemos hacer otra cosa".

Aún falta una última división, que se sustancia en la dedicación y categoría legal de los practicantes; desde los amateurs, lo más común, a profesionales del deporte integrados en clubes de igual condición, como sucede en el baloncesto en silla de ruedas. En cuanto a edades, son pocos los niños con licencia; la mayoría se la saca a partir de los 16 años.

Todo ese intrincado entramado desemboca en una labor esencial para la recuperación física, la autoestima personal y la socialización. "El tema deportivo tiene mucho peso, pero a nivel social es una barbaridad lo que cualquier actividad supone para ellos, especialmente para los que tienen discapacidad intelectual,", comenta Casal.

Ya ha sucedido en alguna ocasión que se tuviese que retrasar una prueba al aire libre por la meteorología "y ya el interés era tremendo, preguntando por qué y cuándo". Tras un mes de cuarentena la inquietud "es tremenda. Hablando de discapacitados intelectuales, son chavales que están vinculados a centro en la mayor parte de los casos. Se está viviendo esta situación tanto a nivel deportivo como educativo con una incertidumbre tremenda. Las familias se tienen que ir adaptando como pueden, sin recursos a veces para cubrir las necesidades".

"Estamos teniendo reuniones periódicas a nivel nacional", revela Casal sobre el diagnóstico y las perspectivas. "La idea es intentar la vuelta lo antes posible sin descuidar o priorizando la salud de los deportistas". Y es algo que todavía puede tardar: "Veo bastante complicado anticipar algo manteniendo distancias. A nivel profesional en el baloncesto podrán hacer entrenamientos. Pero las características físicas y condiciones de salud de un paralítico cerebral hacen que el deporte sea secundario, en el sentido de priorizar no arriesgarse a cualquier tipo de contagio".