La obligación de jugar a puerta cerrada los dos próximos partidos de Liga no ha gustado al Celta, que esperaba impulsarse en su fuerza en Balaídos y en un masivo desplazamiento de aficionados la próxima semana a Valladolid para tomar distancia con sus perseguidores en la carrera por la permanencia en Primera División.

El equipo de Óscar García Junyent ha ido creciendo en la competición impulsado por su fortaleza como local, en gran medida gracias al aliento de la grada, que ha acudido al rescate del equipo desde que el club tocó a rebato en el estreno del técnico contra el Mallorca.

Desde el debut del técnico sabadellense, el Celta no ha perdido un solo partido en Balaídos, donde los celestes se mantienen invictos desde el pasado 29 de noviembre y han conseguido 10 de los últimos 18 puntos que se han puesto en juego gracias a los empates firmados ante el Valladolid, el Mallorca, el Osasuna y el Eibar y a los triunfos obtenidos en las últimas dos jornadas ante el Sevilla y el Leganés. En todos estos encuentros la afición se ha volcado con el equipo, aprovechando las distintas iniciativas puestas en marcha por el club para favorecer la asistencia al estadio.

Tras obtener dos esforzados empates en los campos del Granada y el Getafe, los celestes se proponían aprovechar el "efecto Balaídos" para dar el sábado un golpe de autoridad en la batalla por la salvación con un tercer triunfo consecutivo en casa.