Jugadora profesional de fútbol por la mañana, estudiante universitaria de química por la tarde, así es el día a día de Pauleta, futbolista redondelana del Benfica y ejemplo del esfuerzo de las mujeres en el fútbol, conscientes de que no tendrán resuelta su vida cuando cuelguen las botas.

Paula Domínguez Encinas, de 22 años -Pauleta, como luce su camiseta con el dorsal 21- recuerda sus inicios agridulces en el fútbol mixto, cuando escuchaba comentarios como "¿por qué juega esta chica? ¿por qué le quita el sitio a mi hijo?".

"Queda mucho por mejorar, aunque vamos dando buenos pasos", explica, y piensa en las posibilidades que se abren ahora para las niñas. "Que griten tu nombre, entrar al campo y ver a las niñas con carteles pidiéndote tu camiseta, es bonito".

Un premio que ha alcanzado a costa de tener una vida "muy difícil" y "cansada". "Nos levantamos, desayunamos a partir de las 8, vamos al entrenamiento y volvemos al estadio a comer. Luego dos días a la semana gimnasio, y por la tarde a clase a la facultad, a estudiar", cuenta.

Cuesta imaginar a jugadores de primer nivel compartiendo piso entre ellos, como hace Paula con tres compañeras de equipo. "Los chicos, desde que juegan en sub-19 o equipos B, ya piensan que no tienen que formarse en nada más. Nosotras tenemos que pensar diferente, estudiar mientras jugamos, porque lo que vamos a cobrar durante nuestra carrera deportiva no nos va a dar más que para un par de años", reconoce.

En su caso, eligió Química en la Universidad de Lisboa. Ha aprobado sus exámenes de enero y puede disfrutar ahora de "vacaciones". Tiempo para leer, usar la Nintendo, jugar al baloncesto ("relajada, para no cansarme"), pasear y disfrutar de una de sus debilidades: "Ver el mar" de Lisboa, porque le recuerda a casa.

Pauleta, que piensa además en ser entrenadora o analista, se estrenó en el fútbol de élite en El Olivo en 2012. Su llegada a Portugal, en 2016, supuso un gran cambio. "En El Olivo entrenábamos tres días, de 9 a 11 de la noche, en media cancha; cada una usaba su ropa, lavábamos nosotras los petos, el material era el mínimo... Después llegué al Braga, entrenábamos todos los días, por la mañana, en hierba natural, con médicos y fisios..." señala.

Fue un paso difícil pero enriquecedor para esta declarada seguidora del Celta. "Cuando me vine nunca había vivido sola, vivía en casa con mi familia. Fue un cambio grande pero importante para mi crecimiento personal", dice.

En lo deportivo, el Benfica de Pauleta sobresale con 14 victorias, 99 goles a favor y uno en contra, además de haber conquistado ya la Supercopa (0-1 ante el Braga) con un "golazo" suyo, recuerda sonriendo. Un proyecto sobre el que no dudó cuando la llamaron en 2018: "Cuando mi agente me dijo "hay esto, ¿qué opinas?", yo le contesté básicamente que flipaba. Me dijo que iba en serio, que el Benfica iba a apostar de verdad, que iba a salir en Segunda pero que iba a crear un equipo para arrasar". El ascenso inmediato lo confirmó.

El equipo es ahora lider en Primera, con Pauleta de titular para su entrenador, Luis Andrade: "Es una jugadora que cualquier entrenador querría tener en su plantilla, siempre dispuesta a ayudar". Andrade se deshace en elogios: "Es una amiga, una capitana. Espero que tenga un buen futuro porque se lo merece".

Ambos resaltan su competitividad como seña de identidad: "odio perder a todo. Tengo que ir a ganar, si no, no soy yo", afirma la jugadora. Igual de exigente se muestra en lo académico. "Saco un 13 sobre 20 y me cabreo conmigo misma; tanto en el fútbol como fuera me exijo mucho, creo que por eso mejoro cada día".

Una buena trayectoria que no le hace pensar aún en la selección. "Nunca pensé en el Braga cuando estaba en El Olivo, nunca pensé en el Benfica mientras estaba en Braga, y al final acabó llegando. Que las cosas lleguen cuando tengan que llegar".