Desmenuzado, roto y a merced de un imparable Liverpool. Así sufrió el Manchester City su peor derrota de la temporada (3-1), la encajada en Anfield en un partido marcado por una dudosa acción del VAR y por los nueve puntos que separan ya a Pep Guardiola y Jürgen Klopp. Los tantos de Fabinho, Salah y Mané desarmaron al City, incrédulo ante un penalti por mano de Trent Alexander-Arnold que ni el árbitro ni el VAR apreciaron.

Y eso que el partido comenzó con las tornas cambiadas y con el City intentando borrar al Liverpool como bestia negra. Los de Guardiola trataron de arrollar al Liverpool para evitar que los de Klopp hicieran lo propio. Empezaron con una presión muy alta que obligó a los Reds a pegar pelotazos, pero no se esperaron el misil de Fabinho.

El brasileño soltó un latigazo a un balón despejado del área celeste y la pelota entró como un rayo junto al poste derecho de la portería de Claudio Bravo. El tanto vino precedido de polémica, puesto que en la jugada anterior los jugadores del City pidieron mano de Alexander-Arnold dentro del área. El colegiado dejó seguir, el VAR revisó la jugada y entendió que no había nada, pero la repetición mostraba que efectivamente el lateral inglés cortó la pelota con el brazo.

¡Sin tiempo para recuperarse, pasado el minuto 10, Robertson puso un centro medido al área para que Salah acomodase el balón a la red. Se iban al descanso 2-0 arriba y nueve puntos por detrás del Liverpool. Olía a sangre.

El City salió como en la primer parte, a presionar arriba y el Liverpool volvió a romper en un par de pases. Henderson irrumpió por banda derecha, puso un centro al segundo palo y Mané, en plancha desangró al City.

Solo enturbió el triunfo del Liverpool un tanto de Bernardo Silva tardío y que no dejó margen de maniobra al City. El 3-1 pareció incluso poco botín para un Liverpool que no sufrió y que de haberlo querido podría haber hecho mucho más daño.